Es el emparejamiento que el bombo ha designado para Octavos de Champions. Lejos quedan aún las fechas de los partidos en que italianos y españoles habrán de jugarse su paso a la siguiente eliminatoria. Por lo que se me antoja absurdo vaticinar que el equipo blanco se impondrá al dirigido por Gasparini. Es la respuesta que le doy a Pedro Talavera, tan buen madridista como persona, y que me ha llamado para que haga de "Mago Karag". Amén de recordarle que a mí nunca me gustó adelantar acontecimientos. Ni siquiera cuando uno de los contendientes fuera considerado superior al otro.
El equipo de la ciudad de Bérgamo fue la revelación -la temporada pasada- tanto en la Serie A como en Europa. Sobre todo porque su juego consistía en buscar la portería rival a tumba abierta. Lo cual resultaba tan chocante como atractivo. El anarquismo existente entre sus filas era la táctica que mejor les iba a las cualidades de los componentes de su plantilla. Así que adquirieron la costumbre de intercambiar goles como si fueran cromos. Acabaron en la tercera posición con 98 goles a favor y 48 en contra. Esta temporada, sin embargo, ocupa actualmente el puesto octavo. Habiendo obtenido 21 y recibido 16.
Frente a un equipo como el Atalanta (capaz de jugar a gran nivel mediante un desorden asumido, practicado asiduamente y que le ha permitido hacerse notar entre los mejores de su Liga y llegar a los octavos de Champions) no cabe confianza alguna. Por más que haya cundido la discordia entre su entrenador y algunos de sus jugadores. Y es que el éxito, sobre todo cuando no se tiene costumbre de paladearlo, es como el whisky: "la primera copa tonifica, la segunda excita, la tercera trastorna y la cuarta tumba". Aun así, el Madrid se verá obligado a dar la talla cuando el invierno esté ya dando las boqueadas.
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