El Madrid ha jugado un partido soberbio en San Siro frente a un Inter dirigido por un gran entrenador y en el cual juega, entre otros extraordinarios futbolistas, Lukaku. De quien se nos ha venido diciendo hasta la saciedad que sin Sergio Ramos sería imposible frenarlo. Es decir, que los opinantes daban por descontado que Varane acabaría siendo desbordado cuantas veces se lo propusiera el jugador belga. Pues bien, el internacional francés se ha hecho tirabuzones con el poderío de un delantero que no deja de ser muy bueno. Junto a Varane se ha visto a un Nacho espléndido. Prueba de que va cogiendo la forma después de una larga lesión.
El equipo blanco se impuso desde el primer momento. Y lo hizo apoderándose del balón, manejándolo con precisión y atosigando a sus rivales. No hubo concesiones a la galería. En ese juego eficaz y sin pizca de tonterías de la Plaza Mina, como dicen los gaditanos, la actuación de Lucas Vázquez fue sobresaliente de principio a fin. Se adueñó de su banda tanto en ataque como en defensa. Mientras que Kroos daba una clase magistral de como debe ser un mediocentro. Y es que el alemán podría jugar en ocasiones con frac. Si a eso le sumamos la calidad de Modric y lo fácil que juega Odegaard, no resultaba extraño que el centro del campo de los italianos fuera superado a pesar de contar con más jugadores en esa zona.
Un pase de Odegaard a Nacho, apenas empezado el encuentro, propició el penalti que Barella le hizo al central merengue. Y que Hazard convirtió en gol. Corría el minuto siete y el equipo dirigido por ZZ fue a más. Tan a más que desarboló a sus rivales. Y bien que pudieron llegar más goles del conjunto merengue. Un balón de Lucas Vázquez se estrelló en un poste y Mendy gozó de otra ocasión. Pero lo mejor estaba por venir. Y sucedió en el minuto treinta: Arturo Vidal, siempre acelerado cuando juega frente al Madrid, protestó enérgicamente al árbitro, reclamándole un penalti, y el colegiado inglés decidió enviarlo a los vestuarios.
A partir de ese momento, los italianos quisieron pero jamás pudieron con la superioridad de los visitantes. Los cuales se hicieron dueño de la situación. El gol de Rodrygo, en la segunda parte, nada más salir al terreno de juego, aseguró una victoria tan merecida como trabajada por un Madrid que jugó un magnífico partido en un momento crucial de la Competición y en un escenario complicado. Y sobre todo muy valiosa para demostrar que no es bueno ni razonable que haya opinantes que digan a voz en cuello y sin solución de continuidad que el Madrid -sin Ramos- es poco menos que un equipo compuesto por tuercebotas. Que se lo pregunten a Lukaku...
La victoria del Madrid en San Siro será recordada por haber coincidido con la muerte de uno de los más grandes jugadores del mundo: Diego Armando Maradona. Capaz de atender con generosidad a cuantos se acercaban a él para entrevistarlo o pedirle el autógrafo correspondiente.
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