Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

martes, 10 de noviembre de 2020

Elogio de la risa

Morir, morir y morir. Nada más que se habla de muertos y más muertos a todas horas y en todos los medios de comunicación. Hablar de "La Parca" se ha convertido en algo tan habitual cuando hasta hace nada -es decir, meses-, en cuanto se mentaba, la respuesta era ¡Lagarto, lagarto! Aunque sepamos que todos estamos inscritos en la libreta de la finitud. 

Sobre la muerte existen infinidad de citas. Elías Canetti dice que la muerte aceptada con resignación no es ningún honor. Cuando no se tiene imaginación, morir es poca cosa, cuando se tiene, es demasiado. Su autor es Louis-Ferdinand CÉLINE. Sería absurdo negar que vivimos con la muerte a cuestas. Pero tampoco es menos cierto que es un martirio que nos lo recuerden a cada paso. Y sobre todo en los telediarios coincidentes con la hora de la comida.

Sí, mire usted, yo sé que los muchos fallecimientos que se están produciendo deben ser aireados. Por razones obvias. Y sobre todo para que la ciudadanía tome nota de que todos estamos expuestos a ser presa de un virus que mata a discreción. A fin de que se respeten las normas prescritas por las autoridades sanitarias y confirmadas por el Gobierno. Pero no creo que los telediarios que empiezan a primera hora de la tarde deban llevarnos por el camino de la amargura... Prefiero leer lo que sucede antes de que me lo cuenten a voz en cuello.

Ayer por la noche me reí de lo lindo viendo un programa de humor en la tele. Tanto como para olvidarme de que el coronavirus lo tenemos en los talones esperando a que nos descuidemos para mandarnos al hule del dolor. Quien es capaz de hacer reír se asegura con ello más seguidores que quien nos obliga a pensar. De haber sido político, en vez de humorista, yo no dudaría en votar a ese señor que me alegró las pajarillas durante media hora.

Confieso que hacía tiempo que yo no me reía con tantas ganas. Y es que me había olvidado, por algún que otro motivo y sobre todo por el miedo a la infección, que hay que reírse por lo menos dos horas diarias, y si tienes bonitos los dientes hay que reírse a todas horas. Es lo que recomendaba Arturo Fernández. Tampoco está mal reírse de sí mismo... Cierto es que esa risa puede ser catalogada de falsa. Para mí la risa ha sido siempre un tranquilizante sin efectos secundarios. Hasta el punto de que Peter USTINOV habló así de ella: "Es la música más civilizada en el mundo".

Ahora bien: "Peligrosos son los grandes hombres de los que uno no se puede reír". Lo aseveró Giovanni GUARESCHI en su momento. Y a fe que acertó plenamente. La risa compartida es un acto de amor más intimo que cualquier otro. Cursilada que no es mía. De verdad de la buena. Ni recuerdo el nombre de quien se pronunció así. 

En rigor, la vida deja de ser alegre y animada para el que ya no es capaz de reír; el que puede reír de todo corazón no puede tener una mala conciencia. Aunque desde marzo la maldita pandemia nos ha cortado de raíz ese ejercicio interior que es la risa, sin tener que salir al aire libre. Yo la recuperé ayer por la noche, durante escaso tiempo. Pero mucho me temo que los telediarios me devuelvan a la realidad y acaben acollonándome nuevamente. ¡Que Dios nos coja confesados!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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