El peor Valencia de hace ya mucho tiempo, que llevaba cuatro partidos sin ganar y con problemas internos que afectaban a su técnico y por tanto a la plantilla en general, ha goleado a un Madrid que se aprovechó bien pronto de la desconfianza reinante en el juego de los valencianos para dominar la situación e incluso adelantarse en el marcador por medio de Benzema. Pero el dominio del conjunto merengue se debía más a los problemas de un rival en el cual nada más que sobresalían tres futbolistas: Gayá, Musah y Maxi Gómez. Eran los únicos que nos hacían ver que la debilidad defensiva de los madridistas es un hecho incuestionable.
El dominio del Madrid duró hasta que el Valencia se percató de que podía ganar el centro del campo, dado que Modric y Valverde no eran ayudados por Isco. Quien situado en una zona de nadie, no era ni chicha ni limoná. La misma versión de siempre. De ahí que Marcelo se vio muy pronto desbordado por Musa. Esa inferioridad del equipo blanco, hizo posible que Gayá con sus penetraciones por el costado izquierdo dejara huérfano de balón a Asensio y sacara de quicio a Lucas Vázquez. Mientras ello sucedía, Zidane estaba papando moscas. Vamos, sin tomar las decisiones necesarias para evitar el renacer del equipo che. El cual revivió tras el gol en propia puerta de Varane, tras ser acosado por Maxi Gómez: a quien Ramos no quería ver ni en pintura.
A partir del empate, todo rodó ya a favor del conjunto dirigido por Javi Gracia; cuyo rostro expresaba la poca confianza que tenía depositada en sus hombres. Y asimismo fueron llegando los penaltis. El primero con repetición por entradas en el área antes del lanzamiento de jugadores de ambos equipos. Penas máximas con las que Carlos Soler fue batiendo a Courtois. Los penaltis indicados por el árbitro fueron cometidos por Marcelo y Ramos. Amén de que tampoco pudieron nunca ni con Musah ni con Maxi Gómez. El uruguayo, como buen fajador que es, le sacó los colores al 'Gran Capitán'.
En fin, la goleada del Valencia al Madrid, tan inesperada como dolorosa, cabe achacarla a fallos defensivos generalizados. Por mor de una alineación que no respondió en los momentos claves del encuentro; es decir, cuando el Valencia se vino arriba y creyó en sus posibilidades. Zidane no acaba de comprender que Marcelo no da ya pie con bola. Y que Ramos, protegido por todos los medios habidos y por haber, falla en el lado izquierdo como una escopeta de feria. Y, por si fuera poco, hoy, tras las quejas de Isco, fechas atrás, lo coloca en el centro del campo sin misión concreta. Y, claro, así se las ponían a Fernando VII. En este caso, al Valencia.
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