Zinedine Zidane cometió un error incomprensible que fue aprovechado por el equipo ucraniano para marcar tres goles en la primera parte y que bien pudieron ser más. ¿Cómo es posible que el entrenador del Madrid compusiera una defensa con dos jugadores actuando a pierna cambiada? Amén de contar con Marcelo; quien sigue jugando a su libre albedrío y siendo, por tanto, un coladero. Por su banda los rivales hacen virguerías. Y además es causante de las pifias que cometen los centrales. ¿Acaso el Madrid no tiene futbolistas para alinear un cuarteto defensivo con ribetes de racionalidad?...
Llegó el Shakhtar a Madrid con muchas bajas. Lo cual no le impidió hacerse con las riendas del encuentro desde que comenzó el balón a rodar. Los ucranianos defendieron en bloque formando una línea a veinte metros de su portería. Bien dirigidos por Maycon, en cuanto robaban el balón contraatacaban con cinco o seis jugadores. Courtois paró lo que pudo. Hasta que en el minuto 29 Taté lo batió. Varane en propia puerta y Solomon obligaron al belga a tener que recoger dos veces más la pelota alojada en la red. Corría el minuto 41 y los blancos ya perdían por 0-3.
De haber habido público en el Estadio Alfredo Di Stéfano, seguramente la bronca habría sido de las que no se olvidan jamás. Puesto que el entrenador del Madrid no era capaz de cortar de raíz lo que estaba ocurriendo... Que un equipo inferior dominaba la situación y lo hacía a lo grande; es decir, defendiendo con orden y corriendo con celeridad hacia la puerta de Courtois con facilidad pasmosa. Hubo momentos en los que parecía viable que los ucranianos acabaran ganando por una goleada de escándalo.
Los goles de Modric y Valverde -en la segunda parte- abrieron la puerta a la esperanza de una remontada. Pero a partir de ese momento nada más que Vinicius mantuvo el entusiasmo debido para que se obrara el milagro. Cierto es que los visitantes ni bajaron la guardia ni el miedo escénico les pudo. Tal vez porque ese pánico habita nada más que en el Bernabéu. Porque el Shakhtar pudo engordar el resultado en varias ocasiones.
El Madrid ha evidenciado frente al Cádiz y ante el equipo dirigido por Luis Castro que no está para muchos trotes. Que carece de ideas y que su entrenador confía más en la Diosa Fortuna que en sus decisiones. Porque la suerte casi siempre se pone del lado de los equipos grandes. Mal asunto... Dado que en el Madrid sólo vale ganar, ganar y ganar. Y el Madrid ni gana ni juega bien. Y, claro es, los rivales le han perdido el respeto.
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