El Cádiz le ganó ayer al Madrid y hasta pudo golearlo. Pues lo tuvo a su merced durante muchos minutos del primer tiempo. La actuación del equipo merengue, ayer vestido de rosa por una buena causa, fue desdichada. Y Zidane está recibiendo críticas acerbas. Más desagradables que nunca antes. Lo cual evidencia que muchos madridistas dudan ya de sus conocimientos como técnico. A pesar de los logros obtenidos por el francés. Que no son moco de pavo.
Los grandes jugadores han tenido siempre mucha más facilidad para entrenar en Primera División que los futbolistas procedentes de categorías inferiores. Muchos de ellos se retiraban y en menos que canta un gallo ya estaban dirigiendo a los que hasta entonces habían sido sus compañeros en el césped. No hace falta mencionar nombres que están presentes en la memoria de los aficionados. Ello sucedía a pesar de que era costumbre airear a los cuatro vientos que los mejores futbolistas solían ser los peores entrenadores. Opinión injusta.
Cierto es que esos técnicos -salvo excepciones- no le daban importancia a la valía de los rivales. Así que no dudaban en decirles a sus jugadores que eran los contrarios quienes estaban obligados a preocuparse de ellos. Y a los futbolistas les sonaba ese halago a música celestial. Evitándoles, además, esas charlas sobre el estilo de juego de sus contrincantes que les causaba sopor. También es verdad que, cuando entonces, no existían los medios técnicos para estudiar al rival de turno. Todo se conocía por los periódicos o por el analista contratado y que no todos los equipos poseían.
Yo no creo que Zidane se exceda en explicar cómo actúan los rivales. Más bien lo veo con la parquedad que evidencia en sus declaraciones. Frente al Cádiz dio la impresión de no conocer de qué iba el asunto. Parecía sorprendido con el despliegue defensivo y ofensivo del equipo dirigido por Álvaro Cervera. Y, lo que es peor, no supo combatir a un conjunto que sabía muy bien a qué jugaba. De ahí que los aficionados, tal vez los más apasionados, estén convencidos de que ZZ en los momentos difíciles ayuda muy poco desde el banquillo. Y se lo hacen saber con sus opiniones.
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