Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

jueves, 8 de octubre de 2020

Historias de un hombre cabal

Fructuoso Miaja en sus memorias, tituladas un hombre cabal, reconoce lo mucho que le gustaban los relatos sobre la guerra de Marruecos. En mi casa -dice mi entrevistado-, al tener un pariente militar, se narraban historias que se me quedaron presentes en la memoria. Se referían a hombres como el coronel Serrano, considerado valiente hasta la temeridad. Aunque los mayores elogios se los llevaba González Tablas. Personaje de gran estatura en todos los aspectos y que, según referían, había cautivado a los moros de Regulares. Tampoco salía mal librado de las conversaciones el general Castro Girona. 

Nunca me pareció bien que a la guerra fueran sólo los soldados que no podían pagar un dinero para librarse. En cuanto supe que los ricos se escaqueaban por ese procedimiento, me disgusté lo suficiente como para ir detrás de mi madre dándole la tabarra. Y mi madre, harta ya de que le hiciera la misma pregunta y a cada paso, acabó por responderme: "Ay, hijo, a ver si te enteras de una vez que el dinero lo puede todo; bueno, casi todo. De modo que espabila y procura no saber más que nadie. Aunque sí estar al lado de la caja de caudales en los momentos oportunos". 

Las palabras de mi madre eran para que yo dejara de repetirme... Porque en mi casa primaba la defensa de los débiles. Y crecí convencido de que las injusticias eran tantas como necesarias las decisiones que había que tomar para remediarlas. Fueron años en los que mi timidez se veía acompañada por un deseo manifiesto de observarlo todo. De preguntar por todo. Muchas veces me paraba ante las barracas situadas en la Ribera para fijarme atentamente en las miserias que albergaban.  

Cierto es que durante ese tiempo, o sea, en los años veintitantos, Ceuta comenzaba a tener proyectos de ensanches y mejoras en todos los aspectos. Pero también se avecinaban días difíciles; días en que las penurias iban a convertirse en la más absoluta realidad. Y no porque el fin de la guerra con Marruecos repercutiría en contra del comercio de la ciudad, que también; sino porque España entera se veía abocada a soportar una crisis económica de consideraciones imprevisibles.

Viendo el panorama, mi madre decidió que lo mejor era viajar a Bilbao para que conociéramos a su familia; una familia de industriales cuyo miembro principal era Herrero Álvarez. Viajaba ella con el ánimo dispuesto a pedirles a los suyos que se quedaran conmigo y me hicieran un hombre de provecho. Dado que sus parientes poseían los medios suficientes para que yo pudiera labrarme un porvenir a la vera de ellos. 

En Bilbao permanecimos algún tiempo. Y, cuando parecía que podíamos quedarnos allí, mi madre cogió  sus bártulos y encaminó sus pasos hacia Ceuta: la tierra donde estaba enterrado su marido y en la que ella quería vivir para siempre. Desde ese momento, mi tío nos ayudó en la medida que le era posible.

Fructuoso Miaja fue concejal, senador y alcalde de Ceuta en el PSOE

 

 

 

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