El virus de la endogamia

Lejos quedan aquellos días en los que este escribidor frecuentaba sitios donde era raro que no coincidiera con algún que otro político con cargo y convencido de que era el centro del universo local. Confieso que los escuchaba atentamente por educación y también para llevarlos encelados en la pañosa de la importancia que yo les concedía con mi proceder. Mi secreto radicaba en el temple y sobre todo en dejarlos discurrir por el terreno que ellos eligieran. Y casi siempre cogían por el conducente a la endogamia.

La endogamia  nos hace piadosos con los fallos de los nuestros e inclementes con los fallos de los otros. Es un virus que acecha y corroe a todas las organizaciones, es la infección que más afecta a los políticos. Por seguir la senda evangélica: los políticos ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Buena parte del deterioro de la clase política procede del uso de la ley del embudo conque los políticos reaccionan ante las irregularidades delictivas, o no, de sus miembros: disculpas y excusas si son compañeros, dureza y represión si son adversarios. 

Al segundo rioja, o tal vez a la segunda cerveza, mi interlocutor de turno de un día de cuando entonces, ya me había criticado acerbamente a los políticos de la oposición. De quienes renegaba e incluso se adentraba en cuestiones que no venían al caso. En vista de que me parecieron excesivas sus críticas, le recordé que los malos políticos por lo que han afanado, serán alojados en el infierno a la vera de los ladrones. Y mudó de semblante y de voz. Es decir, que el muletazo por abajo le hizo daño. Si bien es cierto que pronto lo recuperé con habilidad para que siguiera sacando la lengua a pasear.

Ni que decir tiene que aquel político con cargo se vino arriba nuevamente. Pero lo hizo para embestir contra el político principal de su partido. De quien dijo cosas... Algunas las conocía yo. Otras, no. Pero tales denuncias se colocaron en uno de los anaqueles principales de la alacena de mi memoria. Y ahí permanecerán hasta el fin de mis días. Puesto que ninguna es ajena a lo seres humanos y sobre todo a los políticos. Dado que "el poder es lo contrario del rey Midas: convierte en basura todo lo que toca".