Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

sábado, 5 de septiembre de 2020

La columna

La finalidad de la columna es similar a la del editorial: es un artículo que interpreta, orienta y valora. Sin embargo presenta una diferencia fundamental: el editorial no va firmado mientras que la columna se firma y la responsabilidad es del autor. Lo escrito puede coincidir o no con lo que piensa el periódico sobre el asunto. El periódico suele advertir acerca de la responsabilidad del autor con respecto al punto de vista adoptado. 
 
La columna puede tener, o no, forma de artículo, pero el articulista no es un columnista. El articulista no escribe obligatoriamente ni en el mismo espacio ni con la misma frecuencia. En cambio, el columnista es el que escribe periódicamente en el mismo espacio sobre diferentes temas; lo que define concretamente a la columna es su periodicidad. En algunos periódicos existen lugares fijos para este tipo de comentarios.

Se suele decir que un columnista de opinión no trabaja para un periódico, sino que trabaja en un periódico. Y que su trabajo consiste en pensar, manifestar, revelar, disentir y en asumir el riesgo de la emisión de sus pareceres. Que suelen ir en contra, no pocas veces, de la opinión del director y, posiblemente, del editor. Tarea compleja y difícil de llevar a cabo. Porque el columnista se expone a que una hora antes del cierre sea llamado por teléfono para comunicarle que o cambia tal o cual cosa o bien que no se le va a publicar lo escrito. 

Lo cual suele ser uno de los trances más amargo del hacedor de columnas. Aunque sepa que censura ha habido siempre, en España y en el mundo, y que la censura es buena porque obliga al escritor a ser más perspicaz. Todo escritor tiene el deber de ser más listo que sus censores. Evitando decir las cosas frontalmente. Pero eso supone aumentar la presión de quien debe escribir a gran velocidad porque si no corre el riesgo -como bien decía Fernando Fernán Gómez- de que, al llegar al último renglón, ya no tenga actualidad el primero.

Escribir una columna diaria en una ciudad pequeña es complicado. Dado que todo se analiza minuciosamente y las filias y las fobias se disparan. Hipertrofia, sin duda, que exige gran vitalidad para soportar las ataques de los políticos. No olvidemos que "los políticos vapuleados son como boxeadores golpeados: el doble de peligrosos".  En fin, que un buen día decidí no escribir más en periódicos... Por cierto, periódicos donde han desaparecido las columnas y aparecen artículos que duran una eternidad en su lugar y acaban por tanto oliendo a rancio. Lo digo con la mejor de mis intenciones.

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