Bajo ese título publiqué un artículo el 15 de enero de 2020 y he decidido reproducirlo hoy. Debido a que las derrotas nunca son buenas sino malas (amargas, dolorosas, dramáticas). Pero la del Barcelona frente al Bayern de Múnich será recordada como una catástrofe deportiva del club azulgrana. Y sobre todo va dirigida a quienes se distinguen por hablar a toro pasado. Al grano.
Quique Setién ha sustituido a Ernesto Valverde: ganador de títulos con un equipo en el cual algunos futbolistas han evidenciado ya estar en el declive de su carrera. Arquetipo de lo dicho es Sergio Busquets. A quien le cuesta lo indecible mantener una regularidad defensiva cuando los adversarios dominan la situación. El Barcelona comparte el primer puesto de la Liga Santander con el Madrid y está por tanto en disposición de ganar tres títulos.
Ernesto Valverde principió a ser mal quisto desde que empezó a prescindir de Busquets por razones obvias: no defiende, ni le imprime al juego la velocidad necesaria. Valverde, tras perder partidos trascendentales, estaba tratando de imponer un estilo de juego acorde con las cualidades de la plantilla actual. De ahí que hubiera de apelar frecuentemente al modo de proceder de Arturo Vidal. Tan efectivo cual distinto en todos los aspectos a eso que llaman la posesión.
Con un Barça situado magníficamente en todas las competiciones, Quique Setién ha dicho: "Solo garantizo que mi equipo jugará bien". Como si el Barcelona llevara mucho tiempo jugando mal y estuviera ya sin aspiraciones de no ganar nada. Mucho me temo que esas declaraciones tan ampulosas no deben haber sentado muy bien en la plantilla. Y evidencian, además, una falta de respeto considerable hacia el entrenador saliente.
En fin, que la baja de Luis Suárez podía permitirle a Setién usar a Griezmann como delantero centro falso y, por qué no, acompañado de Messi. Y el Barcelona seguiría siendo un equipo temible; siempre y cuando no tardara un mundo en llegar al marco contrario, dando así facilidades de repliegue intensivo a sus rivales. Pero el problema no radica tanto en ataque como en la forma de defender. Y es ahí donde está el quid: ¿prescindirá Setién de Busquets o lo mantendrá arropado por cuatro o más compañeros para que siga siendo un símbolo del pasado?
En el fútbol no vale jugar bien y perder. Lo que vale es ganar, ganar y ganar... Y si además se juega bien, cada dos por tres, miel sobre hojuelas. Y se puede hacer bien de varias maneras. Pues claro que sí. No olvidemos que el gusto está en la variación. Por consiguiente, bien haría el recién llegado entrenador en hablar menos y encomendarse a todos los santos para poder estar en la cresta de la ola tanto tiempo como lo ha estado Ernesto Valverde.
El Bayern de Múnich goleó ayer al Barcelona jugando como mandan los cánones. Es decir, empleando todos los recursos técnicos y tácticos que tiene el deporte rey tanto en defensa como en ataque. Sin concesiones a la galería y sobre todo corriendo sus jugadores como si les fuera la vida en cada lance. Los alemanes marcaron ocho goles como ocho soles. Y pudieron lograr varios más. El entrenador del Barcelona, que decidió no disfrutar de sus vacas para acudir presto a la llamada de un club tan grande, debería cortarse la coleta cuanto antes.
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