Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

domingo, 9 de agosto de 2020

Las salidas de tono de los Borbones

Cuando Franco estaba en las últimas y se temía que su inminente fallecimiento volviera a enfrentar a las dos Españas, la intranquilidad se hizo presente entre quienes pensaban que iba a ser imposible poner de acuerdo a los partidos políticos de la época. A los republicanos se les recordaba, en cuanto abrían la boca, el fracaso de la Primera y Segunda República. Y, en cuanto los monárquicos defendían su causa, el nombre de Alfonso XIII salía a relucir y no precisamente para bien. 

Alfonso XIII accedió al trono siendo un muchachito consentido, rodeado de una aduladora servidumbre palatina con aires de camarilla, y quería intervenir en la vida política algo más de lo que le permitía el marco constitucional. Estaba animado de las mejores intenciones, pero no tenía ni los poderes ni las cualidades necesarias para dominar las tendencias que corroían el edificio levantado por el canovismo y para el que no se veía ninguna alternativa. 

El Rey, además, se hizo famoso por sus salidas de tono. Boutades que llaman los franceses. Cuando  se hizo firme la declaración de guerra entre Alemania y Francia, don Alfonso dijo: "En España sólo los mangantes y yo somos francofilos". El Monarca, imitando las maneras del madrileño castizo, a veces caía en indecentes despropósitos. En el tiro de pichón del Club Puerta de Hierro, el marqués de Viana al apostar cuando el Rey disparaba le preguntó: "Señor, ¿paga diecinueve?" Y el rey le contestó: "Que te lo pague tu madre". 

El marqués tembloroso  de indignación, le dijo: "Señor, mi santa madre murió hace tiempo y no puede pagarme nada". Cosas parecidas se oían en palacio en aquellos tiempos. Unos años más tarde, y después de la catástrofe de Annual, al exigir Abd el-Krim una cantidad elevada por el rescate de los prisioneros de Alhucemas, respondió don Alfonso: "Cara se ha puesto la carne de gallina". Por si fuera poco, incidentalmente, Alfonso XIII  estaba considerado por la aristocracia internacional como un rey con getatura; es decir, que daba mala suerte por el numeral. 

Afortunadamente, la restauración de la Monarquía en España, tras la muerte de Franco, fue un éxito incuestionable. Gracias a que la operación del ya rey Juan Carlos I fue la de no contar ni con los leales del Pardo, ni con los de Estoril. Se sacó de la manga a Torcuato Fernández Miranda y a Adolfo Suárez y con ellos dio entrada a todo lo nuevo. Era moderna la derecha democrática, que irrumpía desde las conspiraciones de Madrid, y era moderna la izquierda, que estaba representada por las nuevas generaciones.  Así es que la nueva casta monárquica era la "de todos juntos, por la senda constitucional".  Por la senda de una democracia que trajo el Rey. 

Ahora bien, hubiera sido imposible, con el paso del tiempo, no enterarnos de los borboneos de nuestro Monarca. Y que han contribuido a que lo hayan puesto en la picota. Hasta el punto de que en un futuro no muy lejano sea más conocido por sus debilidades que por su protagonismo en la historia contemporánea española; especialmente en ese suceso que nos hizo pasar de una "Dictadura constituyente" a una Monarquía parlamentaria, o una democracia.

 

 

 

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