Nunca fue España más España que cuando todos sus pueblos hicieron causa común con Castilla y las carabelas de Colón arribaron por casualidad a playas americanas. En la conquista intervinieron vascos, catalanes, aragoneses, castellanos, gallegos, andaluces, valencianos... Todos ellos estimulados por el pensamiento grande de un marino hicieron posible la formación de un Estado nacional entre hombres que no necesitaban argüir comunidad de sangre y de idioma como fuentes de pertenencia a una nación.
Aquella memorable empresa de hacerse a la mar, a la búsqueda de unas tierras desconocidas, puso de acuerdo a grupos humanos para ejecutar juntos hazañas que aún, por más que sigamos leyendo al respecto, nos parecen misiones imposibles. Y todo gracias a unos Reyes, Isabel y Fernando, que, a pesar de sus innumerables dudas en relación con la idea de Colón, se dieron cuenta de que estaban ante un proyecto entre pueblos distintos. Una virtud que Maquiavelo atribuyó más a la habilidad política de Fernando que a la fe de Isabel en un navegante ambicioso y tenaz.
Cuando Castilla, tras muchos años tirando del carro del estímulo nacional, cedió en su empuje, catalanes y vascos creyeron que había llegado la hora de ser ellos quienes proclamaran a los cuatro vientos sus valores indispensables, dentro de una España con la que ya no querían compartir nada. Miento: jamás han dejado de querer participar en todo lo que les produzca bienestar económico. Catalanes y vascos nunca cesaron de alegar que tienen lengua propia, costumbres distintas, historia y cultura diferentes y... la biblia en verso. Con el único fin de hacer del nacionalismo una empresa para ganar dinero.
Por consiguiente, me parece lamentable que Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, haya tenido que instarles por escrito a los presidentes de la Generalidad de Cataluña, Quim Torra, y del Gobierno vasco, Íñigo Urkullu, para que asistan a la Conferencia de Presidentes que se celebrará el viernes en el monasterio de Yuso de San Millán de la Cogoya (Logroño). Sabedor de que son capaces de saltarse el acto a la torera. No porque se sientan superiores a los demás presidentes autonómicos, que también, sino porque la Conferencia será presidida por el rey de España. Y eso no lo pueden digerir.
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