Nueve años lleva El Cholo Simeone como entrenador del Atlético de Madrid. Yo lo considero una hazaña incuestionable. El juego del equipo es de todos conocido. Cabe decir que es un bloque con las ideas muy claras, fiel a un estilo y capaz de tutearse con lo más granado del fútbol español y mundial. Sus jugadores se afanan en cumplir a rajatabla con el guión establecido. Y quien se salga de él, si no es para mejorar lo concertado, sabe sobradamente que Simeone es poco tolerante con esas decisiones. De ahí que la estrella del equipo colchonero sea el técnico argentino.
En el sistema táctico del equipo rojiblanco tiene vital importancia el repliegue intenso al propio campo cuando el contrario posee el balón. Todas las líneas procuran estar muy juntas y sus futbolistas apenas dejan espacios libres. Impera la solidaridad entre sus componentes en ese menester. La disciplina en los marcajes es espartana. Sus futbolistas son expertos en soportar asedios. Pues cuentan, además, con Oblak: portero que les otorga confianza a raudales.
Los jugadores del Atlético suelen salir desde atrás, cuando se hacen con la pelota, con ayudas para eludir la presión de los rivales o bien mediante despejes orientados o pases a las zonas libres. En ocasiones, deciden adelantar líneas y son ellos los que atosigan a los contrarios. A fin de aprovechar las segundas jugadas. Bajo ese sistema, Griezzman, actuando como mediapunta, triunfó rotundamente con Simeone.
El Atlético empató y hasta pudo ganar en el Camp Nou haciendo sus jugadores lo que les suele ordenar El Cholo Simeone. Lo cual no quiere decir que les esté vedado improvisar a quienes tienen recursos suficientes para hacerlo. No olvidemos que la imaginación es buena siempre y cuando no se abuse de ella. Pues entonces acaba convirtiéndose en la loca de la casa y hay que retorcerle el cuello. Quien se ha quedado huérfana de ella, desgraciadamente, es Griezmann. Hasta el punto de que su entrenador fue inmisericorde con él: haciéndole salir al césped cuando quedaban tres o cuatro minutos para terminar el partido
A propósito: el Getafe, dirigido magníficamente por José Bordalás, es un hueso duro de roer que defiende en bloque como el Atlético, cambiando lo que corresponde cambiar, y también sus jugadores invaden el campo contrario esperando el saque largo de David Soria -portero- para aprovechar las segundas jugadas. Bien haría el Madrid, mañana, en no pecar de exceso de confianza.
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