En 2019 escribí acerca del VAR. Para expresarme de esta guisa: cada vez son más los entrenadores que reniegan de él. Y lo vienen haciendo tanto si les perjudica como si les favorece. Así que pronto serán tachados de oponerse por inercia a toda novedad que ofrezca algo útil -misoneísmo recalcitrante- por parte de cuantos aficionados celebran las novedades -neofilia- por todo lo alto.
En cuanto a mí, tengo muy claro que tiempos pasados nunca fueron mejores. Pues he visto arbitrajes calamitosos y los he sufrido en propias carnes. Incluso en partidos donde el premio de la victoria era un ascenso de categoría. Hasta el punto de que ni siquiera el paso de los años me ha hecho pensar que aquellos árbitros fueran víctimas del error y no de intereses espurios. Es más, aún tengo almacenados sus nombres en la alacena de mi memoria.
El fútbol ha evolucionado en todos los aspectos. Cambios que le han hecho la vida más fácil a los jugadores. Así lo reconocía, como no podía ser de otra manera, Joâo Havelange: millonario brasileño y presidente de la FIFA durante muchos años. En 2005, el magnate estaba convencido de que los fallos de los árbitros eran los que propiciaban, mayormente, que los aficionados siguieran hablando del partido al día siguiente. Y que no era conveniente, bajo ningún concepto, matar la gallina de los huevos de oro de la pasión entre quienes continuaban discutiendo sobre el partido en sus respectivos trabajos.
Por lo que Joâo Havelange se oponía ya a cualquier intromisión de los cachivaches técnicos en las decisiones arbitrales. Pensando él, por qué no, que la participación de la tecnología punta acabaría quitándole al deporte rey la pasión que suscitaba el error humano por culpa de lo que los ojos del colegiado no podían o no querían ver.
Y el dirigente brasileño se equivocó de pe a pa. Puesto que la Asistencia del Árbitro por Vídeo está demostrando que tanto los profesionales como los aficionados siguen discutiendo con vehemencia inusitada la validez o invalidez de las acciones dictadas por la técnica. Eso sí, se ha producido algo lamentable: la emoción de los goles ya no es la misma. Porque, salvo raras excepciones, todos los goles son revisados y tanto los futbolistas como los aficionados esperan el veredicto con el corazón en un puño.
El fútbol ha evolucionado en todos los aspectos. Cambios que le han hecho la vida más fácil a los jugadores. Así lo reconocía, como no podía ser de otra manera, Joâo Havelange: millonario brasileño y presidente de la FIFA durante muchos años. En 2005, el magnate estaba convencido de que los fallos de los árbitros eran los que propiciaban, mayormente, que los aficionados siguieran hablando del partido al día siguiente. Y que no era conveniente, bajo ningún concepto, matar la gallina de los huevos de oro de la pasión entre quienes continuaban discutiendo sobre el partido en sus respectivos trabajos.
Por lo que Joâo Havelange se oponía ya a cualquier intromisión de los cachivaches técnicos en las decisiones arbitrales. Pensando él, por qué no, que la participación de la tecnología punta acabaría quitándole al deporte rey la pasión que suscitaba el error humano por culpa de lo que los ojos del colegiado no podían o no querían ver.
Y el dirigente brasileño se equivocó de pe a pa. Puesto que la Asistencia del Árbitro por Vídeo está demostrando que tanto los profesionales como los aficionados siguen discutiendo con vehemencia inusitada la validez o invalidez de las acciones dictadas por la técnica. Eso sí, se ha producido algo lamentable: la emoción de los goles ya no es la misma. Porque, salvo raras excepciones, todos los goles son revisados y tanto los futbolistas como los aficionados esperan el veredicto con el corazón en un puño.
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