Setién y Sarabia
El sabado pasado decidí no escribír del Celta-Barcelona. El empate fue considerado como un grave tropiezo del conjunto entrenado por Quique Setién y por Eder Sarabia: segundo entrenador que no ceja en su empeño de seguir dando muestras visibles de mandar mucho más que su jefe. Sea como fuere, lo cierto es que Eder se les ha atragantado a las estrellas del equipo azulgrana y éstas han dado en la manía de no prestarle la más mínima atención cuando se dirige a ellos. Máxime cuando Messi lo mira con ojos tan gélidos como desdeñosos.
El sabado pasado decidí no escribír del Celta-Barcelona. El empate fue considerado como un grave tropiezo del conjunto entrenado por Quique Setién y por Eder Sarabia: segundo entrenador que no ceja en su empeño de seguir dando muestras visibles de mandar mucho más que su jefe. Sea como fuere, lo cierto es que Eder se les ha atragantado a las estrellas del equipo azulgrana y éstas han dado en la manía de no prestarle la más mínima atención cuando se dirige a ellos. Máxime cuando Messi lo mira con ojos tan gélidos como desdeñosos.
Lo que no entiendo es cómo Setién, conociendo el paño, permite que sea Sarabia el encargado de corregir los defectos cuando sabe perfectamente que los futbolistas ni le prestan la atención debida ni disimulan lo mal que les cae quien les alecciona. Y digo para mí: esa actitud del primer entrenador, amén de no ser la correcta, le desacredita ante los jugadores. Hoy, por ejemplo, he leído una entrevista que le han hecho y en la cual le preguntan si cree que en el Barça las estrellas mandan demasiado...
Respuesta de Setién: "Todos tenemos que ceder una parte de nosotros mismos, incluidos los futbolistas, por el bien del equipo". Y así remata la contestación el entrenador azulgrana: "No puedo decirle a un lateral ofensivo que se quede a defender cuando otro entrenador le ha dicho lo contrario". Y, claro, queda retratado. O sea, que su proceder con las figuras es dejarlas que hagan de su capa un sayo. Un método que ya empleaba Luis Molowny en el año de la nana.
Isco y Hazard
La victoria del equipo merengue fue justa. Pero su juego fue impropio de un equipo cuya plantilla, amén de numerosa, tiene calidad a raudales. Controlar los partidos mediante la posesión del balón le sienta al Madrid como un traje de torero a un tio nacido en Toronto. Y mucho más si quien dirige las operaciones de ese tiqui-taca, caído en desuso, es Isco Alarcón.
Por cierto, hoy he leído lo siguiente en un periódico de tirada nacional: "Aunque el jugador malagueño está bajo de nivel, enseñó ciertos trucos en la circulación". Llevo toda la mañana tratando de descifrar ese parecer y aún no lo he conseguido. El problema de Isco es que no juega en la demarcación donde podría rendir plenamente: de media punta. Bien porque ZZ no lo cree conveniente o porque el malagueño actúa siempre a su albedrío y se lo permiten.
Recuerdo que yo esperaba con impaciencia ver los partidos del Chelsea cuando Eden Hazard pertenecía a ese club. Aquel Hazard no se parece en nada al actual. Hasta el punto de que pronto empezará a recibir las críticas correspondientes a su bajo rendimiento. Ayer desentonó durante los sesenta minutos que estuvo en el césped. Ni orillado a la banda ni jugando por el centro hizo nada destacable. El Madrid necesita que el belga recupere con celeridad su forma. De no ser así, Zidane no tendrá más remedio que explotar las cualidades de Vinicius. Quien corre como una liebre y desequilibra todos los sistemas defensivos.
Respuesta de Setién: "Todos tenemos que ceder una parte de nosotros mismos, incluidos los futbolistas, por el bien del equipo". Y así remata la contestación el entrenador azulgrana: "No puedo decirle a un lateral ofensivo que se quede a defender cuando otro entrenador le ha dicho lo contrario". Y, claro, queda retratado. O sea, que su proceder con las figuras es dejarlas que hagan de su capa un sayo. Un método que ya empleaba Luis Molowny en el año de la nana.
Isco y Hazard
La victoria del equipo merengue fue justa. Pero su juego fue impropio de un equipo cuya plantilla, amén de numerosa, tiene calidad a raudales. Controlar los partidos mediante la posesión del balón le sienta al Madrid como un traje de torero a un tio nacido en Toronto. Y mucho más si quien dirige las operaciones de ese tiqui-taca, caído en desuso, es Isco Alarcón.
Por cierto, hoy he leído lo siguiente en un periódico de tirada nacional: "Aunque el jugador malagueño está bajo de nivel, enseñó ciertos trucos en la circulación". Llevo toda la mañana tratando de descifrar ese parecer y aún no lo he conseguido. El problema de Isco es que no juega en la demarcación donde podría rendir plenamente: de media punta. Bien porque ZZ no lo cree conveniente o porque el malagueño actúa siempre a su albedrío y se lo permiten.
Recuerdo que yo esperaba con impaciencia ver los partidos del Chelsea cuando Eden Hazard pertenecía a ese club. Aquel Hazard no se parece en nada al actual. Hasta el punto de que pronto empezará a recibir las críticas correspondientes a su bajo rendimiento. Ayer desentonó durante los sesenta minutos que estuvo en el césped. Ni orillado a la banda ni jugando por el centro hizo nada destacable. El Madrid necesita que el belga recupere con celeridad su forma. De no ser así, Zidane no tendrá más remedio que explotar las cualidades de Vinicius. Quien corre como una liebre y desequilibra todos los sistemas defensivos.
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