Vicente del Bosque
El valleinclanismo de España sigue aumentando. Hay mucho esperpento... Lo cual se debe a que tenemos una libertad fabulosa que nos permite decir todo lo que pensamos y más. Vicente del Bosque, por ejemplo, ha propalado que fue llamado por Pedro Sánchez para proponerle que hiciera algo de política. Admiro a los políticos, dice el ex seleccionador, pero no voy a meterme en ese mundo porque soy un profano. Tampoco se cree capacitado para aceptar un cargo deportivo. Así que remata su faena con el airoso pase de pecho de su habitual modestia: "Creo que en un asunto tan delicado como es el deporte en España, tiene que haber alguien muy preparado". Don Vicente no cesa de mostrarse, en cuanto le dan motivo, como lo que es: un santo varón.
Nepotismo
En cuanto se hizo público que Pedro Sánchez había puesto a José Ignacio Carnicero, amigo de toda la vida, al frente de una nueva dirección general, pensé que ese dedazo del presidente del Gobierno sería criticado acerbamente por la señora que está de guardia permanente en la sede del Partido Popular de Ceuta. Y hasta tuve la certeza de que diría algo por el estilo; es decir: que nos hablaría de la acepción de las personas. Que significa el hecho de favorecer a alguien por motivos particulares y ajenos a la razón o al mérito. Y que a la hora de administrar justicia, no cabe acepción de personas, ni siquiera en relación con los familiares. Y me equivoqué... Así que debo admitir que la señora del PP decidió admitir que se es más convincente en la crítica de la inmundicia del adversario cuando se ha fumigado antes el patio trasero propio. Juan Vivas se lo habrá agradecido.
Codicia y avaricia
No me pregunten dónde leí hace ya muchísimo tiempo la diferencia existente entre codicia y avaricia. Lo que sí sé es que la explicación coincidió en su momento con el conocimiento que yo tenía ya de tacaños y ansiosos. Incluso podría mentar nombres. Pero... La codicia es una enfermedad mental, es decir, una enfermedad del cerebro. Codicia: afán excesivo de riquezas, interés propio, un egoísmo que nunca se consigue satisfacer. Se ha dicho que la codicia es como el agua salada; pues cuanto más se bebe más sed da. Para el codicioso suficiente nunca es suficiente. Codicia y avaricia, sin embargo, no son la misma cosa. El avaro acumula, es tacaño, gasta lo menos posible y casi nunca comparte. Hágase, si le place, amigo de un codicioso, pero nunca de un avaro.
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