Se está conmemorando el centenario de Miguel Delibes. Y he decidido copiar literalmente el artículo que publiqué el 20 de abril de 2015.
La jubilación es, para el funcionario don Eloy, como esa hoja roja que aparece al final de los librillos de papel de fumar: un aviso de que ya queda poco, de que está a punto de acabarse. Aquello de que "la jubilación es la antesala de la muerte" deja de ser una frase para convertirse en amenazadora realidad. Es lo que dice Miguel Delibes en La hoja roja.
Aunque semejante pesar por ser retirado del empleo a los 65 años, sucedía cuando la esperanza de vida de los españoles era muy corta. Y los jubilados en vez de gritar alborozados su descanso, tendían a ponerse mustios y a decir que se aburrían sin trabajar. En una palabra, iban perdiendo el entusiasmo y, por supuesto, la costumbre de vivir.
La esperanza de vida de los españoles ha subido como la espuma. Hoy se es viejo cuando la salud está quebrantada. Así que lo primero que hace cualquier jubilado es aprovechar su retiro para hacer todo lo que antes no podía. Indudablemente, quienes han trabajado en oficios donde la dureza ha imperado a tiempo completo acudirán al descanso como principal actividad. Pues el ocio tiene su importancia.
Hoy, lunes, cuando caminaba hacia el centro de la ciudad, me he cruzado con Ángel Gómez, superintendente de la Policía Local, y he comprobado que sigue aferrado a la idea de continuar en su puesto aun después de cumplir los años precisos para descansar. Y no es la primera vez que me ha puesto al tanto de lo mucho que le gustaría seguir en la brecha. Debido a que su retiro le causaría, probablemente, más perjuicios que beneficios. Y lo entiendo perfectamente. Pues no todo el mundo es capaz de llenar ese vacío de la jubilación con alguna tarea que le sea gratificante.
En cambio, Fernando Jover Cao de Benos y de Les, a quien hallé muy cerca de la plaza de la Constitución, hace ya meses que dejó su puesto de director del Centro Asociado de la UNED en Ceuta, con el fin de vivir a su aire. Que es lo que ha hecho siempre. Pero ahora no tendrá que estar pendiente de cuidar actuaciones suyas que pudieran menoscabar su cargo para evitar las críticas acerbas de quienes suelen cogérsela con papel de fumar.
Ángel Gómez, cuya condición física es digna de ser destacada, disfruta haciendo lo que hace porque lo que hace le permite sentirse vivo y comprendo que quiera seguir ejerciendo de superintendente mientras continúe demostrando capacidad suficiente. De Fernando Jover, sin embargo, tengo la certeza de que su jubilación le ha beneficiado muchísimo... Al menos, yo le he visto mejor que nunca. Y así se lo han reconocido cuantas personas le han ido saludando.
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