El director Territorial del Instituto Nacional de Gestión Sanitaria -Ceuta-, Jesús Lopera, nos ha comunicado que todos los estudios que circulan tanto en España como en el mundo prevén que en otoño o en invierno habrá un rebrote del coronavirus. Y que además puede coincidir con la gripe. Y que esa coincidencia no deja de ser un obstáculo para el tratamiento. Por lo que nos recomienda vacunarnos contra la gripe a fin de poder diagnosticar cuanto antes, llegado el caso, la infección que padecemos.
El señor Lopera es, amén de un excelente profesional de la medicina, persona muy poco dada a hablar por hablar... Y, claro es, ha sido leer sus declaraciones y escapárseme un ¡Ay, Dios mío, Dios mío! A pesar de que yo he soportado el primer ataque del virus sin dar signos evidentes de angustia, aflicción o depresión. Es decir, que he estado tragándome la jindama con serenidad y cumpliendo a rajatabla con las indicaciones que se nos han ido dando. Pero las palabras de mi apreciado don Jesús me han causado hondos y tristísimos suspiros por lo que se nos avecina.
Pienso que los días de verano, si la suerte no se nos tuerce antes, se nos harán más cortos que nunca y las noches las pasaremos en in albis. Dándole vuelta a la cabeza acerca de lo que nos espera cuando comience la caída de las hojas o estemos a punto de degustar ese polvorón que sirve de pregonero de las fiestas navideñas. Es decir, que nos iremos desgastando de tanto elucubrar sobre si cogeremos la gripe o el coranavirus. O las dos infecciones a la vez. Si la vacuna de la gripe nos sentará como un tiro... Y, como mal menor, si nos veremos obligados a soportar otro confinamiento de larga duración.
Ni imaginar quiero un otoño o un invierno así... Cavilando sobre la salud de la familia y de las personas en general. Anhelando que alguien salga a la palestra gritando a voz en cuello que ya está lista la vacuna salvadora. Y temiendo que llegue tarde al mercado por las disputas entre los que tienen que proveerla. Porque en casos así suele imperar la codicia. En fin, que es bueno saber que el virus podría rebrotar dentro de unos meses. Porque, enterado de ello, nos iremos preparando para afrontar tan dramática situación sin perder el oremus.
El señor Lopera es, amén de un excelente profesional de la medicina, persona muy poco dada a hablar por hablar... Y, claro es, ha sido leer sus declaraciones y escapárseme un ¡Ay, Dios mío, Dios mío! A pesar de que yo he soportado el primer ataque del virus sin dar signos evidentes de angustia, aflicción o depresión. Es decir, que he estado tragándome la jindama con serenidad y cumpliendo a rajatabla con las indicaciones que se nos han ido dando. Pero las palabras de mi apreciado don Jesús me han causado hondos y tristísimos suspiros por lo que se nos avecina.
Pienso que los días de verano, si la suerte no se nos tuerce antes, se nos harán más cortos que nunca y las noches las pasaremos en in albis. Dándole vuelta a la cabeza acerca de lo que nos espera cuando comience la caída de las hojas o estemos a punto de degustar ese polvorón que sirve de pregonero de las fiestas navideñas. Es decir, que nos iremos desgastando de tanto elucubrar sobre si cogeremos la gripe o el coranavirus. O las dos infecciones a la vez. Si la vacuna de la gripe nos sentará como un tiro... Y, como mal menor, si nos veremos obligados a soportar otro confinamiento de larga duración.
Ni imaginar quiero un otoño o un invierno así... Cavilando sobre la salud de la familia y de las personas en general. Anhelando que alguien salga a la palestra gritando a voz en cuello que ya está lista la vacuna salvadora. Y temiendo que llegue tarde al mercado por las disputas entre los que tienen que proveerla. Porque en casos así suele imperar la codicia. En fin, que es bueno saber que el virus podría rebrotar dentro de unos meses. Porque, enterado de ello, nos iremos preparando para afrontar tan dramática situación sin perder el oremus.
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