La burguesía catalana ha vivido siempre de las rentas y sus componentes no cesan de darse muchísimo pote. Nunca se han cortado lo más mínimo en airear el exceso de sentido común que atesoran. Jamás se cansan de propalar que no hay nadie que los aventaje en laboriosidad. Y desde luego están convencidos de que si al término de nuestra guerra civil, en lugar de castellanizar a Cataluña, como pretendieron desde Madrid, se hubiesen dedicado los esfuerzos a catalanizar España, habrían salido ganando todos los españoles.
Los burgueses catalanes, que tan bien vivieron durante la dictadura de Franco, hablan la lengua castellana en la calle, y su idioma en casa. Porque lo consideran propio de payeses. Amén de reírse de ellos. En realidad, acaban hablando mal las dos lenguas. Siempre han reconocido que son seres muy aburridos y que son tratables cuando la 'bolsa suena'. De no ser así, no dudan en buscar culpables para sus desgracias. Verbigracia: España nos roba, dijo Jordi Pujol.
Hablar de los catalanes en Italia es como nombrar la soga en casa del ahorcado. Sobre todo en Nápoles y Sicilia. Por razones conocidas. La burguesía catalana ha estimulado siempre el independentismo porque no deja de ser un negocio que llena los bolsillos de mucha gente. Los independentistas catalanes nunca han sido capaces de entender que los españoles estamos de ellos hasta los mismísimos. Pues una cosa es conllevarlos, como nos recomendaba Ortega y Gasset, y otra es permitirles que nos toquen los cataplines todos los días y fiestas de guardar.
La irrupción del Covid-19, atiborrado de infección mortal, ha permitido que los separatistas hayan estado hibernando durante tres meses. Aunque me imagino que habrán tenido tiempo para seguir organizando su festival callejero cuanto antes. Una fiesta en la cual el fuego purificador será la luz de sus reivindicaciones. Aunque mucho me temo que esas celebraciones carecerán de entusiasmos anteriores. Pues no en vano los independentistas deben estar crisis.
Me explico: el anunciado cierre de Nissan Barcelona dejará, desgraciadamente, 3.000 trabajadores parados y 20.000 indirectamente. Menudo drama... Y si le añadimos la ruina que la pandemia le está ya ocasionando al turismo español, y, naturalmente, al catalán, mucho me temo que Joaquim "Quim" Torra i Pla dejará de hablar de independencia, y dedicará todo su tiempo a dorarle la píldora a Pedro Sánchez, y hasta puede que acepte un beso ruso de Pablo Iglesias. Con tal de que no lo dejen solo ante el peligro que se le avecina.
Los burgueses catalanes, que tan bien vivieron durante la dictadura de Franco, hablan la lengua castellana en la calle, y su idioma en casa. Porque lo consideran propio de payeses. Amén de reírse de ellos. En realidad, acaban hablando mal las dos lenguas. Siempre han reconocido que son seres muy aburridos y que son tratables cuando la 'bolsa suena'. De no ser así, no dudan en buscar culpables para sus desgracias. Verbigracia: España nos roba, dijo Jordi Pujol.
Hablar de los catalanes en Italia es como nombrar la soga en casa del ahorcado. Sobre todo en Nápoles y Sicilia. Por razones conocidas. La burguesía catalana ha estimulado siempre el independentismo porque no deja de ser un negocio que llena los bolsillos de mucha gente. Los independentistas catalanes nunca han sido capaces de entender que los españoles estamos de ellos hasta los mismísimos. Pues una cosa es conllevarlos, como nos recomendaba Ortega y Gasset, y otra es permitirles que nos toquen los cataplines todos los días y fiestas de guardar.
La irrupción del Covid-19, atiborrado de infección mortal, ha permitido que los separatistas hayan estado hibernando durante tres meses. Aunque me imagino que habrán tenido tiempo para seguir organizando su festival callejero cuanto antes. Una fiesta en la cual el fuego purificador será la luz de sus reivindicaciones. Aunque mucho me temo que esas celebraciones carecerán de entusiasmos anteriores. Pues no en vano los independentistas deben estar crisis.
Me explico: el anunciado cierre de Nissan Barcelona dejará, desgraciadamente, 3.000 trabajadores parados y 20.000 indirectamente. Menudo drama... Y si le añadimos la ruina que la pandemia le está ya ocasionando al turismo español, y, naturalmente, al catalán, mucho me temo que Joaquim "Quim" Torra i Pla dejará de hablar de independencia, y dedicará todo su tiempo a dorarle la píldora a Pedro Sánchez, y hasta puede que acepte un beso ruso de Pablo Iglesias. Con tal de que no lo dejen solo ante el peligro que se le avecina.
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