Vicente del Bosque nos ha dicho que el coronavirus está enseñando que nadie puede saber de todo ni opinar de todo. Luego nos recuerda que ningún país estaba preparado para afrontar la pandemia. Y, por último, asegura que el Gobierno lo está haciendo de maravilla. Es verdad que saber de todo es imposible. Y que todas las opiniones no tienen el mismo valor. Lo cual no es óbice para que se emitan pareceres al respecto, teniendo como referencia cuanto había ocurrido antes de que el COVID-19 nos invadiera.
El laureado exseleccionador amonesta severamente a quienes se atreven a escribir o hablar de la tardanza de las medidas requeridas por la tragedia que estamos viviendo. A sabiendas de que él también se está manifestando. Pues de no ser así, tendríamos que tacharlo de ser un una persona con pocas luces. Algo imposible, tratándose de un entrenador cuyos éxitos futbolísticos avalan su clarividencia e imaginación.
Mariano José de Larra, que solía opinar de todo lo habido y por haber, escribió este fragmento en El mundo todo es máscaras: "¿Cómo contentar a los necios y a los discretos, a los cuerdos y a los locos, a los ignorantes y a los entendidos que han de leerme y, sobre todo, a los dichosos y a los desgraciados, que con tan distintos ojos suelen ver una misma cosa?". Escribir en periódicos es muy difícil. Opinar es complidado y peligroso... Pero los periodistas han de asumir riesgos.
Periodista es quien escribe, le publican lo escrito, cuenta con muchos lectores y encima le pagan por hacerlo. Alguien, sobrado de conocimientos en relación con la escritura, dijo un día: "Los periodistas son profesionales que no saben de nada y escriben de todo, como debe ser". Y remató así su parecer: "Cuando un periodista sabe mucho de algo deja de ser periodista para convertirse en un especialista". Aunque cabe preguntarse: ¿Acaso esa especialidad le impide a ese profesional adentrarse por otros vericuetos del saber?
Vicente del Bosque -estrella de nuestro balompié- tiene todo el derecho del mundo a censurar a quienes airean los errores cometidos por nuestros gobernantes para afrontar el virus asesino. Faltaría más. Pero tampoco deberá quejarse si alguien le dice que -es un suponer- se sabe de qué pie cojea él. Y es que las estrellas, a veces, pierden el oremus y el dominio de la sin hueso.
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