Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 3 de abril de 2020

Temario 1982

Recurro al Temario 1982. Justicia del Tiempo. Para releer las nueve páginas que le dedica  a cuanto concierne a la Guerra química y biológica. Con el propósito de resumir cuanto dice en relación con los antecedentes históricos de agentes tóxicos e infecciosos utilizados como instrumentos de guerra. Los cuales, según los datos obtenidos, debían ser tratados con cautela.

Por una parte, porque las carencias de todo tipo ocasionadas por la guerra constituyen un campo propicio para toda suerte de epidemias, sin que nadie intervenga directamente para provocarlas. Por otra parte, porque en tiempo de epidemias se ha tendido siempre históricamente, a achacar su aparición a agentes enemigos; lo cual, en la mayoría de los casos, es falso y cabe atribuirse a la reacción tradicional de buscar chivos expiatorios ante las calamidades públicas.

Eso sí, nos cuenta cómo los gases fueron utilizados profusamente a partir de 1915, en la mayor parte de los frentes correspondientes a la Primera Guerra Mundial. Y de cómo el Ejército alemán se benefició con ventaja del avanzado grado de desarrollo de la industria química de su país; mientras que los países aliados necesitaron tiempo y la distracción de muchos esfuerzos para construir previamente la necesaria infraestructura productiva para este tipo de armas.

De los agentes de la guerra química nos informa que se dividen en dos grandes grupos: los que procuran causar bajas entre la población, y los que tienen como misión dañar grandes extensiones de vegetación. Los primeros suelen clasificarse según los efectos que producen a sus víctimas... verbigracia: existen los agentes irritantes -que en principio sólo causan molestias de tipo transitorio- y los letales.

Los gases irritantes, según el informe, no son tan inocuos como su nombre podría dar a entender; su acción a dosis elevadas puede ocasionar la muerte. Se dividen, a su vez, en lacrimógenos y estornutatorios. Estos últimos fueron introducidos para superar la protección de las máscaras de gas: sus partículas son tan finas que penetran a través de los filtros habituales de las máscaras, sin ser debidamente neutralizados. También aparecen otras molestias, tales como náuseas y vómitos.

Los agentes letales pueden clasificarse, según su vía de penetración, en gases respiratorios -es decir, cuya acción tiene lugar a través de las vías respiratorias-, epidérmicos - que se absorben a través del contacto con la piel (exterior o interior)-, y de acción localizada sobre el sistema nervioso -el famoso nerve gas o gas nerviosos-.

Los agentes respiratorios, a su vez, pueden ser de acción pulmonar -cuando dañan directamente a los pulmones o a alguna otra parte del sistema respiratorio, o de acción sanguínea -cuando se introducen en el torrente sanguíneo y, después de haber pasado por los pulmones, perturban el transporte de oxigeno y, por tanto, afectan a las células de todos el cuerpo-.

Los ensayos y experimentos de la guerra biológica han tenido ocasionalmemnte repercusiones directas sobre la población en tiempo de paz. Ya sea por accidentes fortuitos o avatares no controlados, o intencionadamente en determinadas ocasiones. Algunos agentes patógenos cultivados en ciertos laboratorios han actuado en libertad sobre una parte de la población, no siempre adecuadamente protegida. Ocurrió en San Francisco (Estados Unidos), registrándose varias infecciones pulmonares. También la ciudad soviética de Sverddlovsky se vio accidentalmente atacada por una invasión artificial  de ántrax, registrándose cerca de un millón de muertos.

El epílogo del informe finaliza así: Existe unanimidad acerca de las consecuencias apocalípticas de una guerra nuclear, y de las escasas probabilidades de supervivencia. Pero la eventualidad de ocurrencia de una guerra química y biológica está lejos de provocar el mismo pánico generalizado, como si la química y la biología fueran ciencias más familiares y tradicionales que la física nuclear. La opinión pública condena la guerra química y biológica más por consideraciones éticas o estéticas  (se trata de una guerra "sucia"; no son estos métodos de guerra admitidos por el recto proceder militar) que por los inmensos estragos que puede causar a la población.

En fin, cualquiera que haya leído este tema en 1982, o que lo lea ahora, podría hacerse la siguiente pregunta: ¿De dónde ha podido salir el Coronavirus?






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