En el verano de 1974, el Real Madrid jugó un Torneo veraniego celebrado en Mallorca. Y allí conocí a Miljan Miljanic, a la sazón entrenador del equipo blanco. A los pocos minutos de estar charlando con el técnico serbio -teniendo como testigo a Antonio Ruiz y a mi siempre recordado Juan Daniel Pascual, exárbitro y directivo del Real Mallorca-, descubrí que estaba ante un personaje dotado de cualidades varias. Dos títulos de Liga y uno de Copa avalan su paso por la 'Casa Blanca'. Pero siempre se le recuerda por haber impuesto en España la figura del preparador físico. Necesidad que estaba pidiendo a gritos el fútbol. Algo que se destacó muchísimo cuando se produjo su fallecimiento.
Hace varios días, tras morir Radomir Antic, cuya trayectoria como entrenador en España fue larga -no en vano dirigió al Oviedo, Zaragoza, Madrid, Atlético y Barcelona-, se le destacó como innovador de un deporte que parecía haberse estancado. Sus mejores logros los consiguió en el Atlético de Madrid: ganó una Liga y una Copa del Rey. Tras su retirada, debo decir que sus comentarios en los medios de comunicación más que oírlos los escuchaba. Es decir, que les prestaba mucha atención. Costumbre que he perdido. Porque son pocos los opinantes que tengan el tirón suficiente para ganarse mi voluntad.
Ayer por la noche, hablando por teléfono con Gabriel Junquera Peral -amigo madrileño-, tras intercambiar impresiones acerca del virus y de cómo la tragedia está siendo gestionada por los políticos, acabamos conversando de los entrenadores fallecidos... Y dado que él era un niño cuando yo acaba de cumplir veinte primaveras y residía en la capital de España, allá en los comienzos de los años sesenta, quiso saber mi opinión sobre Alfredo Di Stéfano. Le respondí a media vuelta de manivela: ha sido el más grande entre los mejores jugadores del mundo. Reunía todas las cualidades habidas y por haber para gozar de la mejor condición como futbolista.
Tras mi respuesta, Gabriel me preguntó acerca de los entrenadores más destacados, según mi parecer. Mencioné a varios del pasado y a otros actuales. Aunque ateniéndome siempre a la época en que vivieron y los medios con los que contaron. Y, en un amén, destaqué la figura de Helenio Herrera. Y lo hice tratando de resumir lo que tengo escrito sobre el también conocido por los sobrenombres de El Mago o El Melenas. Así que le dije.
En un deporte en el cual el entrenador era un don nadie, en los años cincuenta y hasta sesenta, Helenio Herrera, dotado de una personalidad extraordinaria, hizo posible que todas las miradas recayeran en él. Así que monopolizó la atención y se convirtió en el punto de mira de tirios y troyanos. A partir de ese momento, los entrenadores adquirieron prestigio y ganaron más dinero que nunca antes. Muchos años después, todavía se sigue hablando de los métodos de HH y de cómo imponía sus criterios por encima incluso de las figuras de la época.
Ayer por la noche, hablando por teléfono con Gabriel Junquera Peral -amigo madrileño-, tras intercambiar impresiones acerca del virus y de cómo la tragedia está siendo gestionada por los políticos, acabamos conversando de los entrenadores fallecidos... Y dado que él era un niño cuando yo acaba de cumplir veinte primaveras y residía en la capital de España, allá en los comienzos de los años sesenta, quiso saber mi opinión sobre Alfredo Di Stéfano. Le respondí a media vuelta de manivela: ha sido el más grande entre los mejores jugadores del mundo. Reunía todas las cualidades habidas y por haber para gozar de la mejor condición como futbolista.
Tras mi respuesta, Gabriel me preguntó acerca de los entrenadores más destacados, según mi parecer. Mencioné a varios del pasado y a otros actuales. Aunque ateniéndome siempre a la época en que vivieron y los medios con los que contaron. Y, en un amén, destaqué la figura de Helenio Herrera. Y lo hice tratando de resumir lo que tengo escrito sobre el también conocido por los sobrenombres de El Mago o El Melenas. Así que le dije.
En un deporte en el cual el entrenador era un don nadie, en los años cincuenta y hasta sesenta, Helenio Herrera, dotado de una personalidad extraordinaria, hizo posible que todas las miradas recayeran en él. Así que monopolizó la atención y se convirtió en el punto de mira de tirios y troyanos. A partir de ese momento, los entrenadores adquirieron prestigio y ganaron más dinero que nunca antes. Muchos años después, todavía se sigue hablando de los métodos de HH y de cómo imponía sus criterios por encima incluso de las figuras de la época.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta mis escritos ,pero desde el respeto.
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.