Mirar hacia atrás es un gesto que no conviene repetir con demasiada frecuencia; es incómodo y lleva consigo, por tradición biblica, la conversión en estatua de sal. Pero en los tiempos que corren, preñados de incertidumbres y fatalismos, me satisface adentrarme en los años sesenta. Época en la que reinaba El Seiscientos y en la que las tiendas de electrodomésticos no daban abasto para atender a la demanda creciente.
En el verano de 1962, un empresario del gremio decidió presidir el equipo de fútbol de su tierra: Alcázar C F. Y lo primero que hizo es meterse la mano en el bolsillo para contratar a varios jugadores destacados del Grupo X de la entonces fortísima Tercera División. Casi todos residentes en Madrid y recomendados por Ángel Humaran. Militar de profesión, preparador físico y entrenador. Era un tipo tan educado como amable; si bien trataba de imponer la disciplina a la que él estaba acostumbrado en el Ejército.
Humaran nos entrenaba en el Campo del Gas. Recinto deportivo que estaba en el Paseo de las Acacias de Madrid. Así que nosotros íbamos a Alcázar de San Juan cuando había partidos. El segundo encuentro de la pretemporada lo jugamos frente al Sevilla Atlético. El cual había logrado el ascenso a Segunda División. En su plantilla militaban futbolistas como Yiyi, Ciruelo, Mariano, Gallego, Manolín, Eloy, Maraver, Bancalero... Y, por si fuera poco, entre ellos estaba ese día Canario.
Canario -figura del fútbol brasileño- había jugado una temporada en el Madrid. En la siguiente, fichado por el Sevilla, no llegó en las condiciones físicas necesarias y el entrenador del conjunto hispalense creyó conveniente que cogiera la forma participando en los partidos amistosos con el primer equipo y también los que pudiera con el filial. El brasileño era veloz, fuerte como una roca, y con calidad suficiente como para haber jugado una temporada con Del Sol, Di Stéfano, Puskas y Gento.
Ángel Humaran, debido a las aspiraciones de quedar entre los primeros clasificados del Grupo que se habían suscitado entre los aficionados, nos dijo que ganarle al Sevilla Atlético era muy necesario para que siguiera aumentando el número de socios. Y la primera decisión que tomó al hacer la alineación fue que, siendo yo fijo como defensa en el lado derecho, me situó en el lado izquierdo para que tratara de impedir que el brasileño mostrara la plenitud de su juego.
Ganamos el partido. Y Lanza -periódico de Ciudad Real-, en su crónica del partido, decía que De la Torre había impedido que el canario saliera de la jaula. En aquel partido, si la memoria no me falla, Manolo Delgado Meco estaba en nuestro banquillo. Era portero juvenil. Y todos le augurábamos un carrera esplendorosa. Y a fe que pronto destacó sobremanera. Pero las lesiones le impidieron situarse en la cresta de la ola como guardameta. Estrellato que logró siendo el número uno de los preparadores físicos. No en vano tuvo un espejo en el cual mirarse: José Villalonga Llorente.
Canario -figura del fútbol brasileño- había jugado una temporada en el Madrid. En la siguiente, fichado por el Sevilla, no llegó en las condiciones físicas necesarias y el entrenador del conjunto hispalense creyó conveniente que cogiera la forma participando en los partidos amistosos con el primer equipo y también los que pudiera con el filial. El brasileño era veloz, fuerte como una roca, y con calidad suficiente como para haber jugado una temporada con Del Sol, Di Stéfano, Puskas y Gento.
Ángel Humaran, debido a las aspiraciones de quedar entre los primeros clasificados del Grupo que se habían suscitado entre los aficionados, nos dijo que ganarle al Sevilla Atlético era muy necesario para que siguiera aumentando el número de socios. Y la primera decisión que tomó al hacer la alineación fue que, siendo yo fijo como defensa en el lado derecho, me situó en el lado izquierdo para que tratara de impedir que el brasileño mostrara la plenitud de su juego.
Ganamos el partido. Y Lanza -periódico de Ciudad Real-, en su crónica del partido, decía que De la Torre había impedido que el canario saliera de la jaula. En aquel partido, si la memoria no me falla, Manolo Delgado Meco estaba en nuestro banquillo. Era portero juvenil. Y todos le augurábamos un carrera esplendorosa. Y a fe que pronto destacó sobremanera. Pero las lesiones le impidieron situarse en la cresta de la ola como guardameta. Estrellato que logró siendo el número uno de los preparadores físicos. No en vano tuvo un espejo en el cual mirarse: José Villalonga Llorente.
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