Me pregunta un portuense y lector de este blog por Antonio Miranda García. Y tardo nada y menos en describirlo por teléfono. Pero le prometo recordarlo en este espacio. Pues de él guardo los mejores recuerdos. Como creo que les sucederá a todos los que tuvieron la oportunidad de tratarlo antes de lo suyo...
Antonio Miranda era la cabeza visible de una gestoría y por tanto raro era el día en el cual no tuviera que ir a Cádiz a realizar los trámites sucesivos de asuntos varios. Viajes que aprovechaba para relacionarse con jugadores gaditanos o pertenecientes al Cádiz, y asimismo con sus directivos. Antonio Miranda fue, además de amigo, directivo de mucho fiar y colaborador excepcional durante las tres temporadas que yo estuve dirigiendo al Racing Club Portuense.
Antonio Miranda era la cabeza visible de una gestoría y por tanto raro era el día en el cual no tuviera que ir a Cádiz a realizar los trámites sucesivos de asuntos varios. Viajes que aprovechaba para relacionarse con jugadores gaditanos o pertenecientes al Cádiz, y asimismo con sus directivos. Antonio Miranda fue, además de amigo, directivo de mucho fiar y colaborador excepcional durante las tres temporadas que yo estuve dirigiendo al Racing Club Portuense.
Antonio comprendió muy pronto mi manera de ser como técnico. Y tardó nada y menos en archivar en su memoria defectos y cualidades de quien escribe. Ni que decir tiene que esos conocimientos le valieron para saber perfectamente cuándo estaba yo en condiciones de escuchar atentamente su opinión sobre cualquier jugador que se le hubiera ofrecido durante su estancia en la capital gaditana.
El primer ofrecimiento que me hizo fue el de Julio Jaime Puig. Defensa del Cádiz, nacido en Ceuta. Y le di el visto bueno en un decir amén. Puig hizo una temporada extraordinaria. Aportó al equipo su experiencia y su saber estar en todo momento. Fue ejemplo para todos los jóvenes de la plantilla. Estuvimos a punto de ascender. Le rogué encarecidamente que continuara una temporada más. Pero me dijo que había decidido poner fin a su carrera futbolística.
El segundo recomendado por Antonio Miranda fue Andrés González Ponce. Las actuaciones de Andrés en el Cádiz, como líbero de colocación impecable y excepcional manejo del balón, le sirvieron para fichar por el Madrid. Luego, tras jugar en el Castellón, y habiéndose recuperado de una grave lesión, decidí confiar en él para poner orden en un equipo donde primaba la juventud. Andrés fue modélico en todos los sentidos. Aunque debido a que su condición física, por mor de las secuelas motivadas por la lesión ya reseñada, se resentía en ocasiones, no dudé en charlar con él para ofrecerle el puesto de segundo entrenador. Y me dijo que sí.
Cuando aún no había yo comunicado mi decisión a la directiva, en lo concerniente a Andrés, me abordó AM para decirme que David Vidal deseaba verme. Y le dije que se llegara a las instalaciones del Estadio José del Cuvillo. Y allí escuché atentamente la petición de Vidal. El gallego deseaba ocupar el cargo de segundo entrenador. A David le dije que, de no haberme comprometido con Andrés, me habría encantado tenerlo a él como compañero en el banquillo. A pesar de que no ocultaba su afán por destacar en la profesión. Por cierto, la treyectoria de DV como entrenador ha sido digna de encomio.
Antonio Miranda García fue el primer directivo a quien le comuniqué que no renovaría mi contrato en el equipo de mi pueblo. Tras haber estado tres temporadas seguidas en el club. Y a fe que puso todo el empeño del mundo para que renovara dos o tres temporadas más. Aunque bien sabía Antonio que yo era muy dado a meditar cualquier decisión. Lo cual me permitía mantenerme firme en lo que deseaba hacer. Verdad es que esa forma de proceder no asegura el acierto. Pero sí fortalece la identidad.
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