Las declaraciones de Zidane, tras la derrota frente al Betis, han sido tan simples que uno no sabe si se deben a la poca facilidad de palabra que tiene o bien busca seguir gozando de la confianza de los jugadores que domeñan la voluntad de los más jóvenes. Al frente de tales privilegiados está, sin duda alguna, Sergio Ramos. De quien el entrenador dijo -fechas atrás- que confía siempre en él y espera que no lo traicione nunca.
La pregunta flota en el ambiente. ¿Tanto poder atesora el Gran Capitán como para que el entrenador asuma todas las culpas de lo que fue una desastrosa actuación del equipo y sobre todo de un Ramos que no ceja en su empeño de ser siempre "el niño en el bautizo, el novio en la boda y el muerto en el entierro?". Ayer, una vez más, el central jugó con la indisciplina defensiva que le caracteriza. Dejando a Varane solo ante el peligro. Por cierto, los fallos de SR son etiquetados por los periodistas de la cosa como excesos de confianza. Vamos, que encima le regalan el oído.
Casemiro, hasta hace nada, venía poniendo a contribución de su equipo todas las cualidades que deben adornar a un mediocentro. La primera es ser escudo de la defensa. Y a partir de ahí colaborar en otras obligaciones requeridas por el momento de juego. Y, claro, bien pronto su sacrificada misión fue calando entre los aficionados. Los cuales no dudaron en situarlo en lugar preferente de sus predilecciones. Pero he aquí que los halagos le fueron trastornando la parte de la sesera en la que reina el sentido común. Y desde entonces se ha olvidado de la misión defensiva que le corresponde. Es decir, que ha optado por complicarse innecesariamente la vida. Y eso lo nota su equipo.
Jugar con un delantero falso o flotante es algo del año de la pera. Tanto que fue Alfredo Di Stéfano quien elevó esa misión a los altares de la fama. Varias fueron las conversaciones que yo mantuve al respecto con Francisco Lesmes Bobet, más conocido por el sobrenombre de Lesmes I. Central del Valladolid que sufría lo indecible cuando se enfrentaba al Madrid de la "Saeta Rubia". También hablé de ello con Iturraspe: jugador y entrenador del Valencia que decidió anular a don Alfredo haciendo que Mangriñán lo persiguiera por todas zonas del campo. Ahora bien, mientras Di Stéfano deambulaba por donde creía conveniente, Puskas estaba siempre más adelantado. Por consiguiente, no entiendo cómo es posible que Benzema juegue a su aire y no haya nadie para rematar la faena.
Casemiro, hasta hace nada, venía poniendo a contribución de su equipo todas las cualidades que deben adornar a un mediocentro. La primera es ser escudo de la defensa. Y a partir de ahí colaborar en otras obligaciones requeridas por el momento de juego. Y, claro, bien pronto su sacrificada misión fue calando entre los aficionados. Los cuales no dudaron en situarlo en lugar preferente de sus predilecciones. Pero he aquí que los halagos le fueron trastornando la parte de la sesera en la que reina el sentido común. Y desde entonces se ha olvidado de la misión defensiva que le corresponde. Es decir, que ha optado por complicarse innecesariamente la vida. Y eso lo nota su equipo.
Jugar con un delantero falso o flotante es algo del año de la pera. Tanto que fue Alfredo Di Stéfano quien elevó esa misión a los altares de la fama. Varias fueron las conversaciones que yo mantuve al respecto con Francisco Lesmes Bobet, más conocido por el sobrenombre de Lesmes I. Central del Valladolid que sufría lo indecible cuando se enfrentaba al Madrid de la "Saeta Rubia". También hablé de ello con Iturraspe: jugador y entrenador del Valencia que decidió anular a don Alfredo haciendo que Mangriñán lo persiguiera por todas zonas del campo. Ahora bien, mientras Di Stéfano deambulaba por donde creía conveniente, Puskas estaba siempre más adelantado. Por consiguiente, no entiendo cómo es posible que Benzema juegue a su aire y no haya nadie para rematar la faena.
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