El deporte rey, llamado en su día el opio del pueblo, parece que hace ya un mundo que dejó de jugarse. La gente vive pegada a la televisión y la radio con el único deseo de saber lo que opinan los expertos acerca de un virus del que los gaditanos dicen que les está haciendo 'pasar las morás'. Es decir, que lo estan pasando muy mal. Es la frase que más repiten cuando hablo con familiares y amigos de la Bahía de Cádiz. A quienes les digo que yo tampoco lo echo de menos.
Mi amigo AG, guasón por naturaleza y por tanto siempre exagerado, me telefonea para interesarse por mi salud y para conocer cómo llevo mi encierro.
-Con serenidad -le respondo.
-¿Y cuántos quilos de canguelo has cogido a medida que se van conociendo los estragos que está causando el bicho?
-Los justos, Antonio, los justos... Por más que el asunto ha llegado a un extremo donde puede arrugárseles el ombligo incluso a las personas con más entereza.
-Pues yo estoy acoquinado. De verdad, Manolo, la jindama se ha apoderado de mí. Además yo no estoy acostumbrado a pasar tantas horas en mi casa y mucho menos a ver, cuando salgo a comprar las cuatro cosas más necesarias, todo tan quieto y tan tranquilo que no se mueve un alga. Y me deprimo. Me vengo abajo, amigo.
Cambiemos de tercio, Antonio.
-Sí, Manolo, creo que es lo mejor.
-Te hablaré de nuestro Madrid.
Carlo Ancelotti ha manifestado que en el Madrid no deben darle todas las responsabilidades a los jóvenes. Que el equipo necesita líderes en el campo. Referentes que sean capaces de transmitir las ganas de vencer. Que debe fichar a una figura indiscutible. Pero que sería contraproducente prescindir en estos momentos de los más veteranos...
Ancelotti lleva razón en casi todo lo que ha dicho. Aunque se ha olvidado de algo fundamental. Reconocer que el Madrid se encuentra en un dilema: ni los jugadores veteranos están absolutamente acabados ni los nuevos están en condiciones de liderar un proyecto ganador. Ejemplos: Marcelo, Carvajal y Ramos no dieron la talla frente al Manchester City. Ni nunca más serán decisivos con regularidad. Y Vinicius no podrá soportar todavía el peso de la púrpura.
Mi amigo me agradeció, de verdad de la buena, que lo distrajera durante unos minutos
-Con serenidad -le respondo.
-¿Y cuántos quilos de canguelo has cogido a medida que se van conociendo los estragos que está causando el bicho?
-Los justos, Antonio, los justos... Por más que el asunto ha llegado a un extremo donde puede arrugárseles el ombligo incluso a las personas con más entereza.
-Pues yo estoy acoquinado. De verdad, Manolo, la jindama se ha apoderado de mí. Además yo no estoy acostumbrado a pasar tantas horas en mi casa y mucho menos a ver, cuando salgo a comprar las cuatro cosas más necesarias, todo tan quieto y tan tranquilo que no se mueve un alga. Y me deprimo. Me vengo abajo, amigo.
Cambiemos de tercio, Antonio.
-Sí, Manolo, creo que es lo mejor.
-Te hablaré de nuestro Madrid.
Carlo Ancelotti ha manifestado que en el Madrid no deben darle todas las responsabilidades a los jóvenes. Que el equipo necesita líderes en el campo. Referentes que sean capaces de transmitir las ganas de vencer. Que debe fichar a una figura indiscutible. Pero que sería contraproducente prescindir en estos momentos de los más veteranos...
Ancelotti lleva razón en casi todo lo que ha dicho. Aunque se ha olvidado de algo fundamental. Reconocer que el Madrid se encuentra en un dilema: ni los jugadores veteranos están absolutamente acabados ni los nuevos están en condiciones de liderar un proyecto ganador. Ejemplos: Marcelo, Carvajal y Ramos no dieron la talla frente al Manchester City. Ni nunca más serán decisivos con regularidad. Y Vinicius no podrá soportar todavía el peso de la púrpura.
Mi amigo me agradeció, de verdad de la buena, que lo distrajera durante unos minutos
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