1975 fue el Año Internacional de la Mujer. Y según se puede leer en los periódicos de la época la cosa quedó en nada. Vamos, que eso de dedicarle un año a la mujer no tuvo el éxito merecido y esperado. Ya ha llovido desde entonces. Y, aunque algo se ha avanzado en lo tocante a la igualdad entre hombres y mujeres, sigue resultando atroz que, como trabajadoras -si es que encuentran trabajo-, se las considere en general menos que a los hombres, y se les pague menos, y se les haga más difícil seguir en su tarea.
En aquella ocasión, Dacia Maraini -novelista, ensayista, dramaturga, poeta y guionista cinematográfica- decía que las mujeres debían exigirles a los hombres un respeto particular; es decir, crear una relación de igualdad. No debemos esperar que los hombres comiencen a tratarnos de otro modo, somos nosotras las que debemos reclamar otro trato. Por cierto, la escritora italiana sigue luchando contra un problema que se ha ido agravando con la muerte de muchas mujeres. Ella lo resume así: "Antes las mujeres se callaban, no hacía falta matarlas".
En los años ochenta, Christiane Collange -periodista y escritora francesa- en No es fácil ser hombre, título de un libro que no me canso de recomendar, nos dice que la diferencia que hay entre los hombres y las mujeres es que ellos hablan bien de ellas y las tratan mal, mientras que ellas hablan mal de ellos y los tratan bien. Todos los hombres, con la cabeza en su sitio, estan de acuerdo en pensar que, sin las mujeres, el mundo no sería más que un caos... De ahí que no duden en destacar la voluntad y el valor de ellas. La sutileza en las relaciones humanas. La resistencia física. El sentido de lo concreto... O sea, que se acabó el mito de la Dama de las Camelias.
Así que los hombres saben ya que las mujeres no son ni frágiles ni evanescentes, sino más bien robustas, duras ante el dolor, dispuestas a enterrarles antes a ellos. Este vigor del cuerpo femenino les sofoca. Son palabras de la escritora francesa. Hay hombres que se sienten disminuidos en cuanto la mujer les dice que desean romper la relaciones. Y ahí radica el peligro. Puesto que no admiten ser desdeñados por la persona que consideran suya para siempre. Y entran en una crisis tal que les hace matar. En cambio, las mujeres aceptan mejor ese trance.
En fin, la igualdad en los trabajos, más pronto que tarde, será una realidad incuestionable; pero los agresiones sexuales y los asesinatos de mujeres por parte de sus parejas, no creo que vayan a decrecer porque se celebre el Día Internacional de la Mujer. Ojalá que fuera así. Pero el problema es cultural. O sea.
En los años ochenta, Christiane Collange -periodista y escritora francesa- en No es fácil ser hombre, título de un libro que no me canso de recomendar, nos dice que la diferencia que hay entre los hombres y las mujeres es que ellos hablan bien de ellas y las tratan mal, mientras que ellas hablan mal de ellos y los tratan bien. Todos los hombres, con la cabeza en su sitio, estan de acuerdo en pensar que, sin las mujeres, el mundo no sería más que un caos... De ahí que no duden en destacar la voluntad y el valor de ellas. La sutileza en las relaciones humanas. La resistencia física. El sentido de lo concreto... O sea, que se acabó el mito de la Dama de las Camelias.
Así que los hombres saben ya que las mujeres no son ni frágiles ni evanescentes, sino más bien robustas, duras ante el dolor, dispuestas a enterrarles antes a ellos. Este vigor del cuerpo femenino les sofoca. Son palabras de la escritora francesa. Hay hombres que se sienten disminuidos en cuanto la mujer les dice que desean romper la relaciones. Y ahí radica el peligro. Puesto que no admiten ser desdeñados por la persona que consideran suya para siempre. Y entran en una crisis tal que les hace matar. En cambio, las mujeres aceptan mejor ese trance.
En fin, la igualdad en los trabajos, más pronto que tarde, será una realidad incuestionable; pero los agresiones sexuales y los asesinatos de mujeres por parte de sus parejas, no creo que vayan a decrecer porque se celebre el Día Internacional de la Mujer. Ojalá que fuera así. Pero el problema es cultural. O sea.
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