Entrevista

Cuando enero estaba tocando a su fin, me telefonéo un amigo emeritense, cuya amistad nació cuando yo entrenaba al Mérida Industrial, para decirme que su hijo escribe en un blog y desea entrevistarme. Le respondo que sí. Pero que necesito que me envíe la lista de preguntas para leerlas detenidamente. El cuestionario llegó hace once días. Y tan pronto como pude se lo remití contestado.

Pregunta. ¿Qué es lo primero que piensa usted nada más despertarse por la mañana?

Respuesta. En el desayuno. Aunque seguidamente me digo a mí mismo: hoy me voy a tropezar con un indiscreto, con un desagradecido, un insociable... Pero ninguno me hará el menor daño.

P. ¿Es usted rencoroso?

R. No. Soy propenso a la indulgencia y al diálogo con las personas que me hayan disgustado. Sepa usted que el rencor es tóxico. 

P. ¿Me puede definir la hipocresía?

R. Permítame que lo haga tomando prestadas al respecto las palabras de Antonio Gala: "Nada tan perverso y tan pervertidor como la hipocresía. No sólo porque pregona vino y vende vinagre, sino porque no se apoya en la realidad: se apoya en una farsa de ella con la que trata de hacerla digestible a estómagos que se ocupó de enfermar previamente". 

P. ¿Mienten los políticos por sistema?

R. La mentira es, desde hace tiempo, un elemento estructural de la política española. Aquí mienten todos los políticos. Y lo que es peor: cuando se les recuerdan sus mentiras ni siquiera el rubor les invade la cara. Son ya conocidos como políticos jetas.  

P. ¿Cuando usted entrevistaba a políticos, de toda clase y condición, qué les  molestaba más de ellos?

R. Que anduviesen con circunloquios...  Tambien los artificiosos. Los que me contaban el cuento del alfajor y estaban convencidos de que me habían causado una impresión inmejorable.

P. ¿Cual cree usted que es la primera manifestación de poder de un político?

R. La primera manifestación de poder consiste en colocar gente próxima: antes se contrataba a parientes carnales -ahora también- pero ha aumentado la colocación de los parientes políticos: militantes del partido que reclaman al jefe de las lealtades. Esas legiones clientelares sobredimensionan una administración ineficaz y mal organizada y, claro, contribuyen al rencor popular contra la función pública.  

P. ¿Es verdad que le gusta nadar contracorriente?

R. Fechas atrás, un farmacéutico comprobó mi oxigenación y me dijo que era de una extraordinaria calidad. Mi respuesta fue la siguiente: será debido a que me gusta nadar contracorriente como los peces lo hacen para tragarse el oxigeno de las aguas. 

P. Como lector suyo sé que usted aconseja leer para escribir. ¿Qué le gusta más?

R. Le voy a contar lo que decía Francisco Candel -escritor y periodista-: "Me pongo a escribir y pienso: "tendrías que estar leyendo". "Me pongo a leer y digo: "tendrías que estar escribiendo".

P. ¿Echa de menos su etapa como entrenador de fútbol?

R. No.