Arturo Vidal
Aunque sea a destiempo, no me resisto a opinar sobre algunos detalles relacionados con el Español-Barcelona celebrado el domingo pasado. Encuentro que nos permitió comprobar, una vez más, cómo Sergio Busquets desaparece del terreno de juego en cuanto los rivales deciden presionar en campo contrario. Hace ya tiempo que vengo diciendo que el conjunto azulgrana juega muchas veces con un jugador menos. Y que, a pesar de esa condición o circunstancia desventajosa con que lucha inicialmente el equipo dirigido por Ernesto Valverde, termina imponiéndose porque Messi y Suárez se bastan y se sobran para enmendar esa situación. El entrenador azulgrana resuelve a veces esa papeleta dando muestras de jerarquía, recurriendo a Arturo Vidal. Y el chileno responde como lo que es: un extraordinario futbolista. Los puristas del toque, en cambio, siguen considerando herejía cada vez que Busquets se sienta en el banquillo o es relevado. ¡Hay gente pa tó!
Ezequiel Ávila
Conocido futbolísticamente como el Chimy Ávila, durante su estancia en la S D Huesca hizo posible que yo viera los partidos del equipo aragonés con el fin de cerciorarme de que todavía existen delanteros capaces de acogotar a sus marcadores y también de sembrar el desconcierto generalizado de cualquier sistema defensivo. El Chimy Ávila es de esos jugadores, quedan ya pocos, que vive los partidos con una intensidad contagiosa para sus compañeros y además cunde el nerviosismo entre sus rivales. Ayer en Balaídos volvió a demostrar que no es un jugador cualquiera, es decir, de los del montón; sino que su lucha denonada y su entrega absoluta no le impiden que marque goles. Tan extraordinarios como el que sirvió para que Osasuna empatara con un Celta que no acaba de coger la onda. El conjunto gallego cuenta también con Iago Aspas. Otro delantero merecedor de plácemes. Ambos futbolistas deberían estar en equipos de más fuste. Con todos mis respetos para gallegos y navarros.
Real Madrid-Castilla.
Siempre se ha dicho que los equipos filiales si tienen su día son capaces de ganarle a cualquier rival de su categoría y hasta de golearlos. Máxime si esos conjuntos lucen el escudo del Barcelona, Madrid, Atlético de Madrid, Sevilla... Lo cual no deja de ser una frase hecha... Por no decir una solemne tontería. Quien escribe sabe de lo que habla porque han sido muchas las veces que clubes entrenados por mí han disputado encuentros con los mejores filiales de nuestro fútbol. Unas veces en campos anejos y otras en el escenario principal. Los equipos conformados con jugadores provenientes de las categorías inferiores de los grandes clubes son excelentes. Y en vista de que prima la calidad hay que andarse con tiento cuando se les tiene enfrente. Nada más. El Madrid-Castilla está formado por los mejores futbolistas que han ido creciendo en Valdebebas. Sin embargo, sus derrotas son achacables a la falta de experiencia de los chavales. Otra majadería. La realidad es que ocupa el décimoquinto puesto en la clasificación. Y a mí me cabe decir que cualquier entrenador que no fuera mi admirado Raúl González, ya estaría liquidado.
Aunque sea a destiempo, no me resisto a opinar sobre algunos detalles relacionados con el Español-Barcelona celebrado el domingo pasado. Encuentro que nos permitió comprobar, una vez más, cómo Sergio Busquets desaparece del terreno de juego en cuanto los rivales deciden presionar en campo contrario. Hace ya tiempo que vengo diciendo que el conjunto azulgrana juega muchas veces con un jugador menos. Y que, a pesar de esa condición o circunstancia desventajosa con que lucha inicialmente el equipo dirigido por Ernesto Valverde, termina imponiéndose porque Messi y Suárez se bastan y se sobran para enmendar esa situación. El entrenador azulgrana resuelve a veces esa papeleta dando muestras de jerarquía, recurriendo a Arturo Vidal. Y el chileno responde como lo que es: un extraordinario futbolista. Los puristas del toque, en cambio, siguen considerando herejía cada vez que Busquets se sienta en el banquillo o es relevado. ¡Hay gente pa tó!
Ezequiel Ávila
Conocido futbolísticamente como el Chimy Ávila, durante su estancia en la S D Huesca hizo posible que yo viera los partidos del equipo aragonés con el fin de cerciorarme de que todavía existen delanteros capaces de acogotar a sus marcadores y también de sembrar el desconcierto generalizado de cualquier sistema defensivo. El Chimy Ávila es de esos jugadores, quedan ya pocos, que vive los partidos con una intensidad contagiosa para sus compañeros y además cunde el nerviosismo entre sus rivales. Ayer en Balaídos volvió a demostrar que no es un jugador cualquiera, es decir, de los del montón; sino que su lucha denonada y su entrega absoluta no le impiden que marque goles. Tan extraordinarios como el que sirvió para que Osasuna empatara con un Celta que no acaba de coger la onda. El conjunto gallego cuenta también con Iago Aspas. Otro delantero merecedor de plácemes. Ambos futbolistas deberían estar en equipos de más fuste. Con todos mis respetos para gallegos y navarros.
Real Madrid-Castilla.
Siempre se ha dicho que los equipos filiales si tienen su día son capaces de ganarle a cualquier rival de su categoría y hasta de golearlos. Máxime si esos conjuntos lucen el escudo del Barcelona, Madrid, Atlético de Madrid, Sevilla... Lo cual no deja de ser una frase hecha... Por no decir una solemne tontería. Quien escribe sabe de lo que habla porque han sido muchas las veces que clubes entrenados por mí han disputado encuentros con los mejores filiales de nuestro fútbol. Unas veces en campos anejos y otras en el escenario principal. Los equipos conformados con jugadores provenientes de las categorías inferiores de los grandes clubes son excelentes. Y en vista de que prima la calidad hay que andarse con tiento cuando se les tiene enfrente. Nada más. El Madrid-Castilla está formado por los mejores futbolistas que han ido creciendo en Valdebebas. Sin embargo, sus derrotas son achacables a la falta de experiencia de los chavales. Otra majadería. La realidad es que ocupa el décimoquinto puesto en la clasificación. Y a mí me cabe decir que cualquier entrenador que no fuera mi admirado Raúl González, ya estaría liquidado.
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