Hemos tenido un exceso de elecciones. Y ha sucedido lo que se esperaba: éstas han puesto en agitación las pasiones, han encendido los odios en los partidos y han logrado distraer a las personas laboriosas. Y, por encima de todo, la política ha logrado enfrentar a muchas familias cuya convivencia parecía asegurada. Por ejemplo, por colocar una bandera española en un balcón, muchas familias charnegas no han vuelto a dirigirles la palabra a hermanos y sobrinos que se sienten españoles y catalanes.
El nacionalismo constituye uno de los fines más fervorosos de la endogamia. Nada agrede tanto a la igualdad de los seres humanos como la creencia de que alguien tiene más derechos que otros por el hecho azarozo de haber nacido en un sitio, ¿qué mérito tiene eso? Ortega y Gasset dijo en su momento que tendríamos que aprender a conllevar a los catalanes. Pero que ellos también deberían esforzarse por comprendernos. Rafael Sánchez Ferlosio respondió a una pregunta en una entrevista: "Cataluña es un coñazo. Peor que un empate a cero".
Creo que ambos intelectuales fueron demasiado generosos con quienes llevan desde los tiempos de Maricastaña tratando de romper la unidad de España. Por cierto, comunistas e independentistas han ido siempre cogidos de la mano. Eso sí, los primeros no han dudado nunca, en cuanto han podido, en darles por retambufa a los segundos. Conque no me extrañaría que los chicos y chicas de Unidas Podemos estén ya urdiendo maldades contra Ezquerra Republicana. Y día llegará en que la relaciones cordiales hagan ¡pumba!...
A Pablo Iglesias, desde que firmó la coalición con los socialistas, se le alegraron las pajarillas. Y Cada vez que sale a escena derrocha simpatía y da la impresión de que es el hombre más feliz del mundo mundial. Incluso se ríe a mandíbula batiente. Por lo que muy pronto debería visitar al mejor dentista de Madrid. Conviente destacar que al comunista Iglesias se le ha visto ya lucir hasta corbata. Lo cual evidencia que el líder de Unidas Podemos ya le ha hecho caso a algún viejo republicano que le habló así.
-Veo que usted nunca lleva cobarta. Y un diputado, amén de un futuro ministro, debe llevarla. En la República todos la llevaban, incluido algún anarquista que entendía que eso no era símbolo de señoritismo, sino de autoridad.
Tampoco me extrañaría que el viejo republicano le hubiera dicho, por si acaso tenía mala conciencia el líder de Unidas Podemos y futuro ministro, que vivir en un casoplón tampoco desmerecía en nada su deseo de emular a Lenin en todos los sentidos. En fin, que yo voté al PSOE y renegué de Unidas Podemos en público y en privado. Y ahora paso las noches sin poder conciliar el sueño. Espero, por mi bien, que mi insomnio dure igual o menos que el que le producía al presidente en funciones pensar que tenía que pactar con los comunistas liderados por Pablo Iglesias.
-Veo que usted nunca lleva cobarta. Y un diputado, amén de un futuro ministro, debe llevarla. En la República todos la llevaban, incluido algún anarquista que entendía que eso no era símbolo de señoritismo, sino de autoridad.
Tampoco me extrañaría que el viejo republicano le hubiera dicho, por si acaso tenía mala conciencia el líder de Unidas Podemos y futuro ministro, que vivir en un casoplón tampoco desmerecía en nada su deseo de emular a Lenin en todos los sentidos. En fin, que yo voté al PSOE y renegué de Unidas Podemos en público y en privado. Y ahora paso las noches sin poder conciliar el sueño. Espero, por mi bien, que mi insomnio dure igual o menos que el que le producía al presidente en funciones pensar que tenía que pactar con los comunistas liderados por Pablo Iglesias.
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