No era necesario ser ningún adivino para predecir que el Atlético no le daría al Madrid las mismas facilidades que le concedió el Valencia en las semifinales de la Supercopa de España. Y así ha sucedido. El equipo rojiblanco ha perdido en la tanda de los penaltis. Pero de haber ganado, que ha estado a punto de hacerlo, tampoco se le habría podido negar que hizo méritos para lograrlo.
El principal mérito del equipo rojiblanco fue desactivar por completo el poblado mediocampo del conjunto blanco. Del cual tanto se ha venido hablando durante varios días, como si esa disposición táctica -aunque empleada por necesidad- fuera lo más parecido al Bálsamo de Calaba. Conociendo a Simeone era de esperar que su equipo tratara de impedir que defensas y volantes del rival conectaran con el balón.
De modo que sus jugadores salieron presionando muy arriba y, en cuanto era superada la primera línea, se replegaban inmediatamente a su campo. No dejando resquicio alguno por el cual Jovic pudiera, al fin, hacer un gol. En la misma medida que evitaron los tiros desde la media distancia, amén de impedir que el Madrid hiciera de la posesión un factor determinante. Ni siquiera Isco, convertido de la noche a la mañana en un prodigio de jugador por sus seguidores, fue capaz de hacer nada relevante.
Cierto es que Atlético como Madrid tuvieron ocasiones de gol. Recuerdo una de Joao Félix, tras un fallo estrepitoso de Ramos, y las dos que echaron al limbo tanto Jovic como Valverde. Por cierto, el uruguayo estuvo durante mucho tiempo escorado a la banda derecha, situación que le impidió rendir como en él es habitual cuando juega como interior. También es verdad que los porteros dieron tantas muestras de seguridad que parecía imposible batirlos.
En ataque, Morata fue un incordio permanente para sus marcadores. Cabe decir, por tanto, que quien peor lo pasó fue Sergio Ramos. Quien casi nunca pudo controlar al exjugador madridista. Morata pudo decidir el partido en una jugada en la cual se quedaba solo ante Courtois. Menos mal que Valverde, aun a sabiendas de que iba a ser expulsado, tomó la decisión de derribarlo aparatosamente. En la segunta parte llegaron los cambios. Los cuales no influyeron decisivamente.
Lo mejor del partido ocurrió durante la prórroga. Quizá hubo más emoción que juego. Y el Atlético fue a más. Los guardametas volvieron a hacerse notar. Y, naturalmente, al no haber goles se llegó a los penaltis. Y el Madrid fue mejor en esa asignatura. En la que Courtois estuvo a la altura que le corresponde. El Atlético desactivó el poblado mediocampo del Madrid, pero éste ganó la Supercopa por sus aciertos desde los once metros.
Lo mejor del partido ocurrió durante la prórroga. Quizá hubo más emoción que juego. Y el Atlético fue a más. Los guardametas volvieron a hacerse notar. Y, naturalmente, al no haber goles se llegó a los penaltis. Y el Madrid fue mejor en esa asignatura. En la que Courtois estuvo a la altura que le corresponde. El Atlético desactivó el poblado mediocampo del Madrid, pero éste ganó la Supercopa por sus aciertos desde los once metros.
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