Ayer disfruté de lo lindo viendo a Joaquín marcarle tres goles al Athletic. Tan solo veinte minutos necesitó mi paisano para hacer un 'hack trick' de ensueño. Y a punto estuvo de lograr el cuarto cuando el Betis estaba jugando de dulce. El hijo de Aurelio Sánchez es un extraordinario futbolista. Lo cual es una obviedad. Y sobre todo almacena cantidad de guasa. Entiéndase guasa como cierta gracia seria, en reposo, disfrazada con cierto toque de cinismo, un mucho de ironía, una gran carga intelectual. Esa gracia a la cual hay que situarla junto al mar. Y que así se reconoce en el Habla de Cádiz. Una joya de libro.
Nacieron a Joaquín en julio de 1981. Y aún recuerdo la alegría que su venida al mundo invadió a su tío. A quien yo solía visitar cada mañana en El Bar El Chino, antes de emprender mi camino hacia el Estadio José del Cuvillo. Joaquín, de sobrenombre El Chino, era tan buena persona como guasón por naturaleza. Fino, agudo, casi descarado, se reía de su propia sombra. Sus exageraciones llevaban el sello de la imaginación e inteligencia. El Chino tenía un corazón tan grande como la fachada de la Iglesia Prioral de El Puerto de Santa María. Hicimos muchos viajes juntos con el Racing Club Portuense, el equipo de sus amores, y cada victoria fuera la celebraba a lo grande.
A Aurelio Sánchez -padre del jugador que ha marcado tres goles en veinte minutos, a los 38 años- lo he tenido siempre en muy alta estima. Y creo haber dicho, en varias ocasiones, que hacía todo lo posible por ayudar a cualquiera que estuviera apurado. Por consiguiente, entiendo que Joaquín se acordara de los suyos en sus días grandes. Y ayer fue uno de ellos. Ayer fue de salida a hombros por la puerta grande del Villamarín para el futbolista nacido en El Puerto de Santa María.
Decía Fernando Quiñones, célebre escritor gaditano, que El Puerto no tenía suerte con los toreros. Pero si la ha tenido con Joaquín: 'futbolista de fuste'. De muy considerable importancia para encandilar a los aficionados tanto dentro como fuera de los terrenos de juego. El arte de Joaquín, como jugador, consiste en hacer las cosas complicadas con una facilidad pasmosa. Erguida la planta, dominio del balón en carrera, regates inverosímiles, velocidad que sorprende a sus marcadores y además rubrica sus jugadas con gol. Y, por si fuera poco, es capaz de ejercer como andaluz. Con ese don natural que le ha sido concedido para no caer en los excesos. Puerta grande para Joaquín Sánchez.
El
Nacieron a Joaquín Sánchez, jugador extraordinario y ejemplo de la mejor gracia y alegría portuense, a pocos metros del Guadalete, en el verano de 1981,
A Aurelio Sánchez -padre del jugador que ha marcado tres goles en veinte minutos, a los 38 años- lo he tenido siempre en muy alta estima. Y creo haber dicho, en varias ocasiones, que hacía todo lo posible por ayudar a cualquiera que estuviera apurado. Por consiguiente, entiendo que Joaquín se acordara de los suyos en sus días grandes. Y ayer fue uno de ellos. Ayer fue de salida a hombros por la puerta grande del Villamarín para el futbolista nacido en El Puerto de Santa María.
Decía Fernando Quiñones, célebre escritor gaditano, que El Puerto no tenía suerte con los toreros. Pero si la ha tenido con Joaquín: 'futbolista de fuste'. De muy considerable importancia para encandilar a los aficionados tanto dentro como fuera de los terrenos de juego. El arte de Joaquín, como jugador, consiste en hacer las cosas complicadas con una facilidad pasmosa. Erguida la planta, dominio del balón en carrera, regates inverosímiles, velocidad que sorprende a sus marcadores y además rubrica sus jugadas con gol. Y, por si fuera poco, es capaz de ejercer como andaluz. Con ese don natural que le ha sido concedido para no caer en los excesos. Puerta grande para Joaquín Sánchez.
El
Nacieron a Joaquín Sánchez, jugador extraordinario y ejemplo de la mejor gracia y alegría portuense, a pocos metros del Guadalete, en el verano de 1981,
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