Hace poco JD, con quien compartí muchas horas de fútbol y mantengo las mejores relaciones, me llamó para que diera una charla en su pueblo, situado en la serranía gaditana, basada sobre todo en la figura del entrenador. Sentí muchísimo decirle que me era imposible aceptar su invitación. Y le expuse los motivos al respecto. Aunque le remití a un artículo que yo había escrito hacia ya varios años sobre el tema requerido. Con el fin de que él lo usara -si así lo creía conveniente- en esas charlas futbolísticas que iban a celebrarse en honor de un aniversario del equipo local.
El artículo comenzaba así: En un deporte donde el entrenador era un don nadie, en los años cincuenta y hasta sesenta, Helenio Herrera, dotado de una personalidad extraordinaria, hizo posible que todas las miradas recayeran en él. Así que monopolizó la atención y se convirtió en el punto de mira de tirios y troyanos. A partir de ese momento, los entrenadores adquirieron prestigio y ganaron más dinero que nunca antes. El Melena, que así fue apodado, creó escuela. Muchos años después, todavía se sigue hablando de sus métodos y de cómo imponía sus criterios por encima incluso de las figuras de su época.
Juan Segarra y Manolo Ruiz-Sosa, de cuya amistad disfruté, fueron grandes jugadores que tuvieron a HH como entrenador. Y tuve la suerte de que me hablasen de cómo era don Helenio. Su lema era el siguiente: "Quien no lo da todo, no da nada". Con él no había posibilidad de bajar la guardia. De tomarse un respiro. Ganar siempre era su gran obsesión. Los dos coincidían en que había momentos en los que les podía la ansiedad. Aunque bien pronto reconocían que había merecido la pena vivir el fútbol con la pasión que el entrenador exigía. Tanto Segarra como Ruiz-Sosa insistían en la disciplina espartana que imponía El Mago... Sobrenombre por el cual también fue conocido el famoso técnico.
Durante la estancia de José Mourinho en el Inter de Milán, Mazzola y Facchetti, leyendas del fútbol italiano, tras seguir el trabajo del técnico portugués, no dudaron en compararlo, cambiando lo que haya de cambiarse, con Helenio Herrera. Dijeron lo siguiente de Mourinho: "Motiva a los jugadores hasta extremos insospechados, provoca a los rivales y sabe estar ante las cámaras lo preciso. Por si fuera poco habla varios idiomas. No deja nada a la improvisación y lo controla todo. Con alguien así resulta imposible que los futbolistas actuales sean capaces de aguantar semejante ritmo. Y pronto desean ser entrenados por técnicos blandengues".
El artículo comenzaba así: En un deporte donde el entrenador era un don nadie, en los años cincuenta y hasta sesenta, Helenio Herrera, dotado de una personalidad extraordinaria, hizo posible que todas las miradas recayeran en él. Así que monopolizó la atención y se convirtió en el punto de mira de tirios y troyanos. A partir de ese momento, los entrenadores adquirieron prestigio y ganaron más dinero que nunca antes. El Melena, que así fue apodado, creó escuela. Muchos años después, todavía se sigue hablando de sus métodos y de cómo imponía sus criterios por encima incluso de las figuras de su época.
Juan Segarra y Manolo Ruiz-Sosa, de cuya amistad disfruté, fueron grandes jugadores que tuvieron a HH como entrenador. Y tuve la suerte de que me hablasen de cómo era don Helenio. Su lema era el siguiente: "Quien no lo da todo, no da nada". Con él no había posibilidad de bajar la guardia. De tomarse un respiro. Ganar siempre era su gran obsesión. Los dos coincidían en que había momentos en los que les podía la ansiedad. Aunque bien pronto reconocían que había merecido la pena vivir el fútbol con la pasión que el entrenador exigía. Tanto Segarra como Ruiz-Sosa insistían en la disciplina espartana que imponía El Mago... Sobrenombre por el cual también fue conocido el famoso técnico.
Durante la estancia de José Mourinho en el Inter de Milán, Mazzola y Facchetti, leyendas del fútbol italiano, tras seguir el trabajo del técnico portugués, no dudaron en compararlo, cambiando lo que haya de cambiarse, con Helenio Herrera. Dijeron lo siguiente de Mourinho: "Motiva a los jugadores hasta extremos insospechados, provoca a los rivales y sabe estar ante las cámaras lo preciso. Por si fuera poco habla varios idiomas. No deja nada a la improvisación y lo controla todo. Con alguien así resulta imposible que los futbolistas actuales sean capaces de aguantar semejante ritmo. Y pronto desean ser entrenados por técnicos blandengues".
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