Alfredo Di Stéfano, entrenador del Valencia en los años setenta, impuso en el equipo la táctica del fuera de juego. Y en los mentideros futbolísticos se decía lo siguiente en relación con los disgustos que le daba al equipo che esa forma de proceder. "A quién se le ocurre que la clave para adelantarse la defensa sea pronunciada por un central que tartamudea". Así que un día le pregunté a un profesional del Valencia acerca de ese asunto. Y me confirmó que el citado jugador tartajeaba. Pero que el problema radicaba en la falta de coordinación del conjunto para sacarle rédito a una táctica que, bien ejercida, produce beneficios. Aunque defenderse mediante esa acción sincronizada no es tarea fácil. Ni siquiera practicándola casi sin solución de continuidad. Y mucho menos cuando se improvisa por parte de un jugador. Es el caso del Madrid... Donde el 'Gran Capitan' ordena achicar espacios sin que nadie sepa lo que debe hacer en ese momento. No me extraña que Courtois esté tardando en coger la onda.
James Rodríguez salió ayer cuando el Galatasaray estaba ya atacando a tumba abierta y cualquier fallo podía costarle al Madrid un disgusto irreparable. Me imagino que Zidane le habría encomendado una misión concreta y adecuada a sus condiciones y a las necesidades del partido en ese momento. Quien entra en el terreno de juego tarda unos minutos en adaptarse a lo que está sucediendo. Tras tocar dos balones, el colombiano pifió un pase que fue aprovechado por un rival y Kroos se vio obligado a derribarlo. Y, claro, se ganó la tarjeta correspondiente. Hasta ahí todo normal. Lo anormal es lo que sucedió seguidamente: el alemán se volvió y amonestó con aspavientos a su compañero. Gesticulaciones que sobraban. Y que a mí me extrañaron. Tratándose de un futbolista que ha dado siempre muestras evidentes de señorío en el terreno de juego. Lo ocurrido evidencia que el regreso de James no ha sido digerido aún por el grupo de los elegidos por Zidane.
James Rodríguez salió ayer cuando el Galatasaray estaba ya atacando a tumba abierta y cualquier fallo podía costarle al Madrid un disgusto irreparable. Me imagino que Zidane le habría encomendado una misión concreta y adecuada a sus condiciones y a las necesidades del partido en ese momento. Quien entra en el terreno de juego tarda unos minutos en adaptarse a lo que está sucediendo. Tras tocar dos balones, el colombiano pifió un pase que fue aprovechado por un rival y Kroos se vio obligado a derribarlo. Y, claro, se ganó la tarjeta correspondiente. Hasta ahí todo normal. Lo anormal es lo que sucedió seguidamente: el alemán se volvió y amonestó con aspavientos a su compañero. Gesticulaciones que sobraban. Y que a mí me extrañaron. Tratándose de un futbolista que ha dado siempre muestras evidentes de señorío en el terreno de juego. Lo ocurrido evidencia que el regreso de James no ha sido digerido aún por el grupo de los elegidos por Zidane.
Baltasar Gracián decía que las cosas muchas veces no pasan por lo que son, sino por lo que parecen, sobre todo si se mira con ojos de malicia. Es lo que pensé yo mientras rodaba el balón en el Estadio del Galatasaray y se iban produciendo los fallos defensivos del Madrid. Que se han convertido en crónicos. Y, sin embargo, mientras yo observaba cómo los centrales del Madrid eran desbordados por estar situados pésimamente, tanto el glosador como el narrador del espectáculo hablaban del liderazgo de Ramos y hasta lo nominaban como mariscal. De pronto me sentí culpable de mi actitud. Y dije para mí: ¿cómo es posible que yo vea otra cosa bien distinta a estos señores? ¿No será que mis ojos arrasados estén preñados de malicia contra unos jugadores que defienden la camiseta del equipo de mis amores? En ese momento, el 'Gran Capitán' hubo de girarse en carrera para perseguir a Florin Andone... Y lo hizo como esos infantiles que se trastabillan y pierden la noción del espacio y de dónde está el balón.
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