Cuando los jugadores que llevan la voz cantante en una plantilla airean que el mal juego que vienen realizando y las derrotas que se están produciendo se deben a que el equipo no le ha hecho el menor caso a lo indicado por el entrenador, y además apostillan que siguen creyendo en el técnico, bien haría éste en poner pies en polvorosa. Pues el propósito de la enmienda de los caciques del vestuario lleva implícito el mensaje de que el entrenador no deja de ser para ellos un cero a la izquierda. Por más que se llame Zidane y haya ganado lo que ha ganado.
Yo no creo, bajo ningún concepto, que en el Parque de los Príncipes de París los jugadores hubieran cometido el desatino de pasarse por la entrepierna todas las indicaciones de su entrenador. Pues de haber sido así, la culpa de lo ocurrido sería, sin duda alguna, de ZZ. Por ser incapaz de imponer su autoridad. El desastre se produjo por la mala distribución de los futbolistas en el terreno de juego. Problema que se veía a la legua. Y que fue aprovechado por el PSG desde el principio del partido.
La carencia de actitud no fue en ese partido la causa de una derrota inapelable, indiscutida, merecida... La causa estuvo en cómo el entrenador no supo enmendar sus errores sobre la marcha del encuentro. Verbigracia: James y Bale, hasta hace nada acusados de falta de sacrificio, cometieron el error de correr más que nunca lo habían hecho antes. Sobre todo el colombiano. Cuya misión parecía más bien ideada para mortificarlo que para beneficiar a su equipo.
Los franceses se impusieron en el centro del campo, zona vital, desde que el balón comenzó a rodar. Y sin embargo el entrenador del conjunto blanco lo que pedía, una y otra vez. era intensidad; es decir, fuerza, energía, vigor, vehemencia... Acompañada la consigna, de cuando en cuando, con unas palmitas de ánimo que no venían a cuento. Pues el juego lo que estaba pidiendo a gritos era cortar de raíz el rendimiento de Verratti: manantial de juego de su equipo. Y del cual bebían tanto Di María como Sarabia. Y a partir de ahí poder adelantar las líneas para atacar y defender mejor.
En fin, que los jugadores más destacados del Madrid, liderados por su 'Gran Capitán' y, posiblemente, con el permiso de quien ordena y manda, han creído conveniente animar a Zidane en momentos tan delicados. Asumiendo la culpa de cuanto vienen haciendo mal desde hace tiempo. Convencidos de que con esa forma de proceder le hacen un favor a ZZ. De quien hasta hace poco decían que su sola presencia les infundía tanto respeto como para hacer el pino si éste se lo pidiera. Y lo que han logrado es todo lo contrario: enterar al mundo entero de que no le hacen el menor caso como entrenador. Algo que corroboraron nada menos que en París.
Los franceses se impusieron en el centro del campo, zona vital, desde que el balón comenzó a rodar. Y sin embargo el entrenador del conjunto blanco lo que pedía, una y otra vez. era intensidad; es decir, fuerza, energía, vigor, vehemencia... Acompañada la consigna, de cuando en cuando, con unas palmitas de ánimo que no venían a cuento. Pues el juego lo que estaba pidiendo a gritos era cortar de raíz el rendimiento de Verratti: manantial de juego de su equipo. Y del cual bebían tanto Di María como Sarabia. Y a partir de ahí poder adelantar las líneas para atacar y defender mejor.
En fin, que los jugadores más destacados del Madrid, liderados por su 'Gran Capitán' y, posiblemente, con el permiso de quien ordena y manda, han creído conveniente animar a Zidane en momentos tan delicados. Asumiendo la culpa de cuanto vienen haciendo mal desde hace tiempo. Convencidos de que con esa forma de proceder le hacen un favor a ZZ. De quien hasta hace poco decían que su sola presencia les infundía tanto respeto como para hacer el pino si éste se lo pidiera. Y lo que han logrado es todo lo contrario: enterar al mundo entero de que no le hacen el menor caso como entrenador. Algo que corroboraron nada menos que en París.
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