Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

miércoles, 14 de agosto de 2019

Plácido Domingo: caza mayor

Yo trabajé durante varios años en una central del tiempo donde todos eran marinos americanos y algunas funcionarias civiles. Pero el único español era quien escribe. El jefe de la estación meteorológica situada en la Base Naval de Rota era un comandante agradable y siempre presto a la ayuda de quienes la solicitaran. Nuestra amistad floreció bien pronto. También me gané la confianza de una supervisora que había ganado fama de no tener un pase. 

El comandante X estaba en su despacho de mañana. A partir de ahí iba llegando todo el personal: cabos, suboficiales, oficiales... Muchos de ellos lo hacían en coches conducidos por su mujer. Casi todos procedían de una urbanización construida dentro de la base y conocida como Housing. Y las mujeres, salvo alguna excepción, lo primero que hacían es acercarse al despacho del jefe para saludarlo e intercambiar impresiones con él.

Ni que decir tiene que hablaban de todo. Se gastaban bromas y hasta solían charlar sobre asuntos familiares... Las conversaciones duraban el tiempo preciso para que no se formara una cola en el pasillo. Un día se me ocurrió preguntarle a la supervisora a cuento de qué venía aquella forma de proceder de las mujeres con el comandante. Y me lo explicó en un amén. Todos sus maridos necesitan un buen informe de él para ascender o ser trasladados a un sitio solicitado por ellos.

-¿y?...

-Pues que son los propios maridos quienes les aconsejan que procuren ser agradables con el jefe -me dijo mi  supervisora y amiga.  

Las palabras de Mrs G fueron tan claras como concisas. A partir de ahí fui comprobando el puritanismo de los estadounidenses y muchas cosas más. Aunque no creo que a mi siempre recordado comandante y amigo le hayan pedido responsabilidades por el trato cercano que mantenía con las señoras de los hombres que mandaba. A fin de cuentas, no era más que un marino.

En cambio, quienes acusan a Plácido Domingo de acoso sexual apuntan muy alto. Pues es cantante, director de orquesta, productor y compositor español, director general de la Ópera Nacional de Washington y de la Ópera de Los Ángeles. Es decir, se trata de caza mayor. Un ejemplar único que ha ido suscitando con el transcurrir de los años tanta admiración como envidias y enemistades. Y ha tenido la mala suerte de que sus enemigos no sean inteligentes.  

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