Yo trabajé durante varios años en una central del tiempo donde todos eran marinos americanos y algunas funcionarias civiles. Pero el único español era quien escribe. El jefe de la estación meteorológica situada en la Base Naval de Rota era un comandante agradable y siempre presto a la ayuda de quienes la solicitaran. Nuestra amistad floreció bien pronto. También me gané la confianza de una supervisora que había ganado fama de no tener un pase.
El comandante X estaba en su despacho de mañana. A partir de ahí iba llegando todo el personal: cabos, suboficiales, oficiales... Muchos de ellos lo hacían en coches conducidos por su mujer. Casi todos procedían de una urbanización construida dentro de la base y conocida como Housing. Y las mujeres, salvo alguna excepción, lo primero que hacían es acercarse al despacho del jefe para saludarlo e intercambiar impresiones con él.
Ni que decir tiene que hablaban de todo. Se gastaban bromas y hasta solían charlar sobre asuntos familiares... Las conversaciones duraban el tiempo preciso para que no se formara una cola en el pasillo. Un día se me ocurrió preguntarle a la supervisora a cuento de qué venía aquella forma de proceder de las mujeres con el comandante. Y me lo explicó en un amén. Todos sus maridos necesitan un buen informe de él para ascender o ser trasladados a un sitio solicitado por ellos.
-¿y?...
-Pues que son los propios maridos quienes les aconsejan que procuren ser agradables con el jefe -me dijo mi supervisora y amiga.
Las palabras de Mrs G fueron tan claras como concisas. A partir de ahí fui comprobando el puritanismo de los estadounidenses y muchas cosas más. Aunque no creo que a mi siempre recordado comandante y amigo le hayan pedido responsabilidades por el trato cercano que mantenía con las señoras de los hombres que mandaba. A fin de cuentas, no era más que un marino.
En cambio, quienes acusan a Plácido Domingo de acoso sexual apuntan muy alto. Pues es cantante, director de orquesta, productor y compositor español, director general de la Ópera Nacional de Washington y de la Ópera de Los Ángeles. Es decir, se trata de caza mayor. Un ejemplar único que ha ido suscitando con el transcurrir de los años tanta admiración como envidias y enemistades. Y ha tenido la mala suerte de que sus enemigos no sean inteligentes.
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