Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

domingo, 28 de julio de 2019

Recuerdos de las Fiestas Patronales de 1982


Cuando se aproximan las Fiestas Patronales mi memoria me lleva en volandillas a centrarme en el verano de 1982. El mes de junio estaba dando las boqueadas. Era martes, habia saltado el levante, y el ambiente que reinaba en el Bar la Perdiz (El Puerto de Santa María) era muy bueno. Corría el vino fino... Manuel Gómez Barrera, Manolín, extraordinario futbolista, Guillermo Valero y quien escribe hablábamos de los cambios que podrían producirse en la política española y de cómo el paro estaba creciendo. Y, por si fuera poco, la inseguridad ciudadana se hacía notar cada día más. 

Guillermo Valero era un vendedor de las Bodegas Terry y Ceuta era una de las ciudades donde más clientes tenía, además de amistades. Aquel día nos dijo que la primera semana de agosto la pasaría con sus amigos 'caballas' para vivir intensamente las Fiestas Patronales. De las que habló con un entusiasmo contagioso. Así que Manolín y servidor quisimos saber más al respecto. Y Guillermo, con la esplendidez que le caracterizaba, abrevió su explicación: "Os invito a los dos a venir conmigo...".  Pero su insistencia no logró el efecto deseado por él. 

Lejos estaba yo de pensar que a mediados de julio el presidente de la Agrupación Deportiva Ceuta requeriría mis servicios para entrenar al primer equipo de la ciudad. Y que iba a coincidir con mi siempre recordado GV -en el 'Rincón del Muralla'- durante unas Fiestas Patronales que disfruté de lo lindo. En el Hotel La Muralla, en aquellos primeros días de agosto, reinaba una especie de barahúnda aceptada por todos como parte importante de las fiestas. 

La llegada al hotel de la cantante Lucía y del dúo Martes y Trece levantaron el revuelo consiguiente. La plaza de África estaba a tente bonete. Y abarrotados los jardines y la sala de estar del establecimiento. Romina Power y Albano arribaron para actuar en la caseta de los ejércitos. La belleza de Romina causó sensación mientras paseaba por el jardín. Hombres y mujeres se la comían con la mirada. En el Muralla imperaba la diversión y el deseo de vivir las fiestas a tope. Corría el vino y la alegría.

Cuando Lola Flores se bajó del coche, se produjo la expectación esperada. Me situé muy cerca de la recepción para que me viera, pues nuestra amistad comenzó el día en que Pepe Jiménez, El Bigote, nos presentó en El Meliá Caballo Blanco (El Puerto de Santa María). Ese día jugaba el Atlético de Madrid un partido de la Copa del Rey frente al Portuense. Yo me encontraba conversando en la cafetería con Luis Aragonés y Martínez Jayo. También amigos de Lola

Aún recuerdo el consejo que El Bigote me dio. "Lo único que no se puede hacer con Lola es invitarla a comer. Si se te ocurre hacerlo, el día señalado se presentará con un séquito de veinte personas. Y, claro, se te quedará cara de tonto y la cartera magra". Así que seguí el consejo de mi siempre recordado amigo. Lola, como era habitual, fue clamorosamente ovacionada al final de su actuación.

Aquella Feria de Ceuta -de 1982- carecía de terrenos adecuados para instalarla. Era una Ceuta muy distinta en todos los aspectos. Pero Guillermo Valero llevaba razón cuando nos decía a Manuel Gómez Barrera, Manolín y a mí, en el Bar La Perdiz, que merecía la pena vivirla... Y así lo hice desde el primer día de agosto de un año en el cual los socialistas triunfaron en octubre.          








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