Si no puede uno hacer enojar a alguien. Escribir no tiene sentido. Me topo con la cita cuando me ha dado esta mañana por hojear un cuardeno donde hace ya mucho tiempo fui tomando apuntes de lo que leía. Lo que no aparece en ella es el nombre de su autor. Pero tampoco creo que haya necesidad de mencionarlo.
Eso sí, hay que reconocerle el acierto que tuvo al describir con doce palabras una realidad incuestionable: no merece la pena opinar sobre algo o de alguien si no se tiene la certeza de que habrá lectores que se acuerden de todos los muertos de uno por atreverse a emitir pareceres contrarios a los de ellos. Pues nada hay cosa peor que la indiferencia.
El fanático de un equipo de fútbol, por ejemplo, no admite que se dude de sus ideas. Así que es terreno propicio para quien sea capaz de responderle con hechos que vive en el error. Haciéndole ver que el equipo de sus amores no está dando la talla o que ciertos jugadores gozan de privilegios que no están en consonancia con su rendimiento.
Cuando quien escribe actúa a contracorriente, aunque razonando sus opiniones, sabe ya sobradamente que a partir de ese momento se habrá ganado el derecho a que le saquen las tiras de pellejo. Verbigracia: está mal visto decir que el rendimiento de Isco es muy inferior a la fama que le otorgan. Máxime cuando Zidane airea que le gusta Isco porque juega como lo hacen los niños en la calle. El Cholo Simeone diría en un potrero. Pero no creo que le diera bola al nacido en Arroyo de la Miel.
Lo fácil es opinar que el Madrid no necesita un central que maneje la pierna izquierda. Puesto que en esa demarcación juega Sergio Ramos. Cuando está demostrado que el de Camas lo haría mejor en el lado derecho. Lo cual sería beneficioso para el equipo y para él. Tampoco se entiende la malévola campaña que le vienen haciendo a Gareth Bale. Por parte de quienes han dado en la manía de ser más chauvinistas que los franceses.
Y si uno desea fervientemente enojar a los seguidores del Barcelona, o sacar de quicio a quienes dicen querer a la Selección Española por encima de todas las cosas habidas o por haber, lo tiene fácil: basta con decirles que Sergio Busquets, desde hace ya mucho tiempo, desaparece del escenario cuando los rivales dominan el partido.
Escribo porque me agrada enfadar a quienes suelen hablar por boca de ganso. Me encanta llevarles la contraria a quienes no cesan de contarnos el cuento del alfajor de un deporte en el que deberían quitarle importancia a una 'ruleta' y elogiar al futbolista capaz de marcar diez o quince goles, durante la temporada, chutando a puerta desde la media distancia. Y, sobre todo, me parece que pecan de imprudencia quienes no cesan de elevar a Kubo -jugador japonés del Real Madrid- a los altares. Pues le están haciendo un flaco servicio al chaval.
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