Dije ayer que escribir sobre fútbol cuando está recién comenzada la pretemporada no me apetecía. Que era como dar palo de ciego. Pero aquí me tienen hoy enmendándome la plana. Y es así porque vengo leyendo las críticas acerbas que no cesan contra Gareth Bale y Marco Asensio. Mientras que otros jugadores del Madrid, que se han ganado a pulso el ser puestos en la picota, son tratados a cuerpo de rey. Especialmente, uno: Isco Alarcón. De quien sus turifarios no se cansan de decir que su magia no tiene parangón. Pero pasa el tiempo y seguimos sin ver esas maravillas extraordinarias que le adjudican a un futbolista incapaz de jugar en la demarcación donde podría rendir más. Paciencia...
Reconozco que nunca he sido muy dado a repartir ditirambos. Siempre he procurado no excederme en los halagos. Pero tampoco es menos cierto que el 14 de mayo de 2017 dije lo siguiente. "Marco Asensio es un clásico. El adjetivo se lo ha ganado a pulso el jugador nacido en Mallorca. Y le llamo clásico porque no creo que su labor de hoy pueda ser mejorada. Por estar convencido de que no se puede jugar mejor ni con más eficacia. Anduvo Marco Asensio por el césped con esa sencillez de quienes aunan el sosiego con el conocimiento del juego y la suficiente condición física para mostrar sus cualidades con la claridad de los elegidos...". Pues bien, hace ya tiempo que dejé de creer en que Asensio pueda reverdecer sus lauros. Aunque ardo en deseos de equivocarme.
Gareth Bale llegó a Madrid con mal pie. De nada le valió marcar goles decisivos en finales que siempre perdurarán en el recuerdo de quienes somos madridistas. Sí, ya sé que no es un tipo capaz de hacerse notar entre quienes gustan de airear que mantienen amistad con una figura de la talla del galés. Así que lo tildan de raro y de no darle bola a nadie. Por el mero hecho de ir de su casa a Valdebebas o a jugar sus partidos de golf. También le achacan el desconocimiento supino que tiene de nuestra lengua. Cierto es que las lesiones se han cebado con él. Hubo un tiempo, sin embargo, en el cual estaba dando la talla. Pero le llovían las críticas. Porque estaba de moda reclamar su puesto a favor de Isco. ¿Recuerdan esa época? En fin, que el galés se niega a tomar las de Villadiego. Y a Zidane le corresponde aprovechar sus extraordinarias cualidades.
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