A escribir se aprende escribiendo

Escribir es fundamentalmente una práctica. A escribir se aprende escribiendo. Así que no cejaré en el empeño hasta que mi cuerpo aguante. Desde hace años escribo de lo que pasa por mi mente, de lo que veo, de lo que oigo, de lo que leo. Todo me vale... Mi amigo me dice que todo cuanto digo está muy bien; pero que a él lo que más le agrada son mis opiniones futbolísticas. Y que ya está harto de que le cuente cosas relacionadas con un tal Vivas.

Mi amigo forma parte de ese grupo de lectores que me viene dando las quejas por llevar muchos días sin decir ni pío del Madrid.  Y, cómo no, del deporte rey en general. Así que trato de explicarle los motivos que me inducen a guardar silencio al respecto. Entre otros, la inconveniencia de emitir pareceres cuando los equipos acaban de comenzar la pretemporada. Es más, los partidos del Madrid -correspondientes a la Champions Cup Amistoso- los veré en diferido. Pues a mi edad no creo que me favorezca estar a las dos de la mañana delante de la televisión. 

En cuanto al desconocimiento que tienen mis lectores -no residentes en esta ciudad- de Juan Vivas, no tengo el menor inconveniente en decirles quién es y cómo es el personaje. Lleva dieciocho años siendo alcalde de esta tierra. Adora la práctica áptera del incienso. Que para él, como decía Bernard Shaw, el arte de gobernar se reduce a la organización de la idolatría. Y cada paso que da, siempre trata de garantizarse dosis de incienso. Méritos que conviene resaltar. Pues pocos políticos son capaces de llevar a sus votantes tan embebidos en el pico de su labia.

A propósito, aprovecharé la ocasión para dedicarle unas palabras a Manuel Hernández Peinado, secretario general de los socialistas de Ceuta y admirador del ya reseñado Juan Vivas.

Creo que el señor Hernández ha entrado en esa edad en la que se va pasando sin querer de la izquierda a la derecha. Si bien es cierto que el líder de la oposición no muestra todavía calvicie alguna. Ni tampoco creo que le esté fastidiando la úlcera de duodeno. Señales evidentes que aparecen entre quienes primero fueron comunistas, luego, socialistas, y por último se dieron cuenta de que lo suyo era formar parte de una derecha moderada (?).