Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

miércoles, 19 de junio de 2019

Opiniones futbolísticas


La importancia del mediocentro

Todos los entrenadores conocidos por mí, que no fueron pocos, en los llamados 'felices sesenta', cuando se hablaba de hacer un equipo competitivo, siempre decían lo mismo: "Si logro que me fichen una buena línea media, el éxito del equipo está asegurado". Y sobre todo suspiraban por conseguir un mediocentro de categoría. El mediocentro, también llamado escudo de la defensa, ya venía precedido de fama por su abnegada misión cuando se jugaba bajo el sistema clásico 2-3-5 y 3-2-5.

Grandes conversadores de fútbol y ojeadores como José Sánchez Pérez, más conocido como Trompi -ídolo en Granada- Ventura Martínez, Julio Martialay, Manuel Fernández Valderrama -todo un personaje de leyenda, tanto en Granada como en Madrid-, andaban siempre a la búsqueda de ese jugador capaz de sobresalir en esa demarcación. Tarea que les obligaba a ver muchos partidos de fútbol en aquel Madrid de los años sesenta

Hoy me he acordado de los técnicos y ojeadores mencionados, debido a la situación por la que está pasando Marcos Llorente. Porque tengo la certeza, por más que el fútbol haya evolucionado muchísimo, que sería un jugador celebrado por ellos. No me extraña, pues, que el Atlético de Madrid esté deseando hacerse con sus servicios. Por ser un mediocentro de categoría. Y, claro, Simeone está convencido de que, si lo consigue, su equipo será mejor. 

El fútbol televisado

A veces me preguntan por qué no voy al Murube cuando juega la Agrupación Deportiva Ceuta. Y a quienes  desean saber al respecto, les digo que prefiero estar en casa, cómodamente sentado en un sillón, y sin que nadie distraiga mi atención de cuanto acontece viendo al Madrid o a cualquier otro equipo que me interese.

Eso sí, también les digo que el fútbol televisado no me llena. En principio, porque los narradores siguen aferrados a los viejos recursos de la efusividad verbal, esforzándose, como bien decía el maestro Delibes, por traducirnos en palabras lo que estamos viendo con nuestros propios ojos.  Es decir, que hablan demasiado. Convencidos de que aún están en la radio.

Tampoco es de mi agrado ver cómo las cámaras nos dan una versión especial de este espectáculo: la suya. Que privilegia unos lances del juego en prejuicio de otros; que da protagonismo a unos jugadores más que a otros. Tampoco descubro la pólvora si digo que hay unos tipos de jugadores y unos estilos de juego más telegénicos. De lo cual deduzco que, gracias a este medio, algunos jugadores han tenido más facilidades para triunfar que otros.





















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