Durante muchos años estuve yo escribiendo una columna diaria en la contraportada de un periódico local. Tarea nada fácil. Y mucho menos en ciudades pequeñas. En la que todo se magnífica, todo se infla, todo termina por hincharse hasta extremos insospechados. Y donde uno llega a tener enemigos a manojos. Así que nunca me extrañó que insignes escritores, en cualquier época, hayan desechado el artículo de cada día por la tiranía de un horario de entrega y por el miedo, sobre todo, a tener que escribir con tientos para no ser censurados por el poder.
Hace ya mucho tiempo, la tira de tiempo, que yo comprendí que quienes escribimos no podemos tener amigos en la política. Cierto es que los políticos ni siquiera pueden ser amigos entre ellos. Incluso tienen asumido que son más fiables los adversarios. Porque vienen de frente y traen las malas intenciones escritas en la mirada. La de veces que habré escuchado yo decir pestes de la primera autoridad por parte de algunos de los suyos. Cosas desagradables que decidí alojar en el baúl de mis recuerdos. Cuando bien pude ganarme con ellas la confianza del traicionado. Pero no es mi estilo...
En la política, y creo que no digo nada que ustedes no sepan, quienes mandan mucho suelen ser unos egoístas sublimes, con una fuerte tendencia moralizadora, que dan por sentado que los demás tienen el deber no sólo de adaptarse a sus decisiones sino de aplaudirlas, y cuanto esto no ocurre enseguida se muestran ultrajados. Y no dudan en hacerte la vida imposible sin solución de continuidad. Máxime si se percatan de que la persona perseguida no bajará la cerviz fácilmente. Y lo hacen sin escrúpulos de conciencia.
Una vez que renuncié a seguir opinando en la contraportada del medio reseñado, y después de haber descansado varios meses, decidí en abril de 2015 escribir diariamente en este espacio. Lo cual me ha valido para que una persona muy cercana a mí me haya dicho que escribo más que el Tostado. Que era el alias de Alonso Fernández de Madrigal, también alias el abulense y que dejó escrito tal cantidad de pliegos, que su afanosa conducta dio origen a la locución. Quienes acceden a este blog son, sin duda alguna, más que lectores seguidores.
Tras las elecciones, los más amigables me piden que deje de hablar de política, alegando que están de ella hasta los mismísimos, y que les cuente cuestiones relacionadas con el fútbol. Y los menos amigables, no dudan en decirme lo contrario. Es decir, que desean fervientemente que escriba acerca de las dificultades que tendrá nuestro alcalde para salir airoso del trance de mandar si insiste en no contar con VOX.
Ante semejante dilema, mi respuesta es siempre la misma: de fútbol, salvo de los partidos de la Selección Española, queda poco que decir hasta que no empiece la pretemporada. En lo tocante al problema de nuestro alcalde con VOX, tengo la impresión de que la llamada de Teodoro García Egea, secretario general del PP, en cualquier momento, podría hacer cambiar de opinión a Juan Vivas. Y entonces sería el momento de emitir algún parecer al respecto.
En la política, y creo que no digo nada que ustedes no sepan, quienes mandan mucho suelen ser unos egoístas sublimes, con una fuerte tendencia moralizadora, que dan por sentado que los demás tienen el deber no sólo de adaptarse a sus decisiones sino de aplaudirlas, y cuanto esto no ocurre enseguida se muestran ultrajados. Y no dudan en hacerte la vida imposible sin solución de continuidad. Máxime si se percatan de que la persona perseguida no bajará la cerviz fácilmente. Y lo hacen sin escrúpulos de conciencia.
Una vez que renuncié a seguir opinando en la contraportada del medio reseñado, y después de haber descansado varios meses, decidí en abril de 2015 escribir diariamente en este espacio. Lo cual me ha valido para que una persona muy cercana a mí me haya dicho que escribo más que el Tostado. Que era el alias de Alonso Fernández de Madrigal, también alias el abulense y que dejó escrito tal cantidad de pliegos, que su afanosa conducta dio origen a la locución. Quienes acceden a este blog son, sin duda alguna, más que lectores seguidores.
Tras las elecciones, los más amigables me piden que deje de hablar de política, alegando que están de ella hasta los mismísimos, y que les cuente cuestiones relacionadas con el fútbol. Y los menos amigables, no dudan en decirme lo contrario. Es decir, que desean fervientemente que escriba acerca de las dificultades que tendrá nuestro alcalde para salir airoso del trance de mandar si insiste en no contar con VOX.
Ante semejante dilema, mi respuesta es siempre la misma: de fútbol, salvo de los partidos de la Selección Española, queda poco que decir hasta que no empiece la pretemporada. En lo tocante al problema de nuestro alcalde con VOX, tengo la impresión de que la llamada de Teodoro García Egea, secretario general del PP, en cualquier momento, podría hacer cambiar de opinión a Juan Vivas. Y entonces sería el momento de emitir algún parecer al respecto.
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