Gobernar durante cuatro años con nueve diputados se me antoja misión muy difícil. Por más que al frente de esa minoría esté Juan Vivas. Político curtido en mil batallas, más cumplido que un luto y maestro en el arte de hacerle la jarrita de plata al más listo de la clase. No olviden que la mentira es un requisito indispensable en la politíca activa. Hasta el punto de que los profesionales han de ensayarla diariamente. ¡Y pobre del que no consiga hacerse con un master en tal saber!
Nuestro alcalde, que no tiene un pelo de tonto, supo además presentarse en escena como si fuera la persona más buena y humilde..., existente sobre la tierra. Pronto se ganó la simpatía y afecto casi generalizado. Así que le llovieron las mayorías absolutas. Éxitos que lo pusieron en disposición de capear muchas dificultades como primera autoridad de esta ciudad. Problemas por los que hubiera sucumbido cualquier otro en su lugar.
Vivas nunca vio peligrar su poltrona. Y fue creciendo en confianza y poderío. Sin percatarse de que su enorme popularidad iba decreciendo a paso lento pero palpable para quienes íbamos escuchando por la calle lo que se decía sobre él. En las dos últimas elecciones le fue viendo las orejas al lobo. Aunque nunca sospechó verse abocado a un desastre como bien pudo darse el 26-M. Del que salió ileso gracias a VOX. Aunque lo dicho les parezca una contradicción.
VOX ha ayudado, sin querer, a que Vivas siga siendo alcalde. La campaña hecha por la formación liderada por Abascal, tan exitosa como excesiva en muchos de sus postulados, le sirvió al presidente del PP de Ceuta para hacerse el ofendido. Y sobre todo para propalar que VOX podía propiciar enfrentamientos entre ciudadanos. Sabiendo de antemano que iba a contar con el beneplácito del PSOE de Ceuta. Gracias a Manuel Hernández: candidato educado y que parece que no ha roto un plato en su vida.
Ahora bien, gobernar en minoría, durante cuatro años, mantendrá a Vivas en un ¡ay! permanente. Porque en política lo blanco pasa a ser negro, y viceversa, en menos que canta un gallo. Así que a VOX le toca ir jugando sus cartas con sentido común. Aunque atento siempre a cuantas acciones del gobierno sean motivos de denuncia. Fiscalización que merecen sus votantes. De no ser así, VOX estaría abocado a desaparecer en Ceuta con la misma fuerza con la que ha irrumpido. Las cosas claras y el chocolate espeso...
VOX ha ayudado, sin querer, a que Vivas siga siendo alcalde. La campaña hecha por la formación liderada por Abascal, tan exitosa como excesiva en muchos de sus postulados, le sirvió al presidente del PP de Ceuta para hacerse el ofendido. Y sobre todo para propalar que VOX podía propiciar enfrentamientos entre ciudadanos. Sabiendo de antemano que iba a contar con el beneplácito del PSOE de Ceuta. Gracias a Manuel Hernández: candidato educado y que parece que no ha roto un plato en su vida.
Ahora bien, gobernar en minoría, durante cuatro años, mantendrá a Vivas en un ¡ay! permanente. Porque en política lo blanco pasa a ser negro, y viceversa, en menos que canta un gallo. Así que a VOX le toca ir jugando sus cartas con sentido común. Aunque atento siempre a cuantas acciones del gobierno sean motivos de denuncia. Fiscalización que merecen sus votantes. De no ser así, VOX estaría abocado a desaparecer en Ceuta con la misma fuerza con la que ha irrumpido. Las cosas claras y el chocolate espeso...
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