En vista de que la playa de El Chorrillo sigue sin contar con los servicios indispensables para quienes la frecuentamos, hoy decidí mudarme a esa otra conocida como La Ribera. Y acerté plenamente. Pues en ella descubrí una ducha situada junto a un restaurante de cuyo nombre no me acuerdo. Todo un lujo para cualquier bañista. Así me lo dijo un conocido que suele veranear todos los años en ese lugar, mientras no cesaba de fortalecer sus músculos en los aparatos situados en esa especie de gimnasio al aire libre que allí existe.
Mi conocido me puso al tanto de que esa era la única ducha que había en la playa. Y dejó caer que era la playa favorita de Juan Vivas. Así que, como quien no quiere la cosa, le pregunté si nuestro alcalde vivía en algún edificio cercano a La Ribera. Mi interlocutor, que sigue siendo un tipo avispado, tardó nada y menos en contestarme de tal guisa: "Seguro que esta noche volverás a zurrarle la badana. Y yo volveré a pensar que la tienes tomada con él".
Mi interlocutor quedó en ademán de mostrar interés por lo que yo pudiera contestarle... Y, claro, defraudarle no habría sido ni justo ni apropiado. Y lo primero que se me ocurrió es hablar por boca de ganso: "El ideal sería escribir en estado de convalecencia, de inocencia. Sin rencores, sin resentimientos, sin sarcasmos. Aun cuando se habla de lo que quisiéramos presentar como odioso, es necesario que el estilo aparezca ecuánime; que no se exceda en las efusiones con el amigo y, ante todo, que no se desmadre en golpear al enemigo". Y te juro que lo intento con nuestro alcalde...
AT, que así se llama el hombre de la playa, votante del PP y cuya fe en Vivas es palpable, por más que éste lo ponga a prueba cada dos por tres, tomando decisiones que su corazón no entiende, reconoce que él tiene la impresión de que nuestro alcalde es menos del PP que pudiera serlo Manuel Hernández Peinado, secretario general de los socialistas. Y también entiende como una arbitrariedad la designación de siete viceconsejeros y diecisiete directores generales. Derroche de dinero en una ciudad donde el riesgo de pobreza y exclusión social aumenta a cada paso.
Frase
Los intereses personales son perniciosos e injustos en política, ya pertenezcan a Agamenón, ya a su porquero (Antonio Gala).
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Los intereses personales son perniciosos e injustos en política, ya pertenezcan a Agamenón, ya a su porquero (Antonio Gala).
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