Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

jueves, 9 de mayo de 2019

Gesta del Tottenham en el Amsterdam Arena


Del primer partido correspondiente a las semifinales de la UEFA Champions League, jugado en el recién inaugurado Tottenham Hotspur Stadium, entre el equipo londinense y el Ajax, mi opinión se basó en lo mal que había jugado el equipo dirigido por Pochettino. Y que éste podría alegar que la mala impresión causada por su equipo se debió a las lesiones de jugadores importantes. Sobre todo la de Harry Kane. Y también hice hincapié en lo poco que influyó Eriksen en el juego de su equipo; futbolista danés por el cual no se cansan de decir que suspira el Madrid. 

Del equipo holandés, considerado ya un matagigantes -Madrid y Juventus fueron sus víctimas-, reconocí que había jugado brillantemente el primer tercio del partido. Es decir, 15 o 20 minutos excepcionales, y con el marcador a su favor. Gracias al tanto marcado por Van de Beek. Pero tampoco tuve ningún reparo en manifestar que los holandeses desaprovecharon una ocasión que era pintiparada para haber resuelto la eliminatoria. Y terminé el artículo con la siguiente revolera: el resultado me hace pensar que el equipo inglés aún puede salir ileso del Amsterdam Arena.

Algunos lectores, además de amigos, me llamaron para decirme que los jóvenes jugadores holandeses terminarían arrollando a sus rivales. Aprovechando la ocasión para hacerles el artículo a futbolistas como De Ligt, De Jong, Ziyech, Van de Beek, Tadic, Neres... Y quien escribe, aun reconociendo el gran momento que atravesaba el equipo dirigido por Erik ten Hag, seguía confiando en la resurrección de los 'Spurs'. 

Ni que decir tiene que la salida en tromba de los holandeses, ante un un equipo inglés acollonado, que se tradujo en dos goles favorables a los locales, minó en gran medida mi parecer. Pero las dudas fueron decreciendo a medida que los aciertos de Pochettino se iban produciendo. El primero fue cambiar el estilo de juego de su equipo. Es decir, dejarse de tiquis miquis, como diría Clemente, y buscar la puerta del irregular Onana por el camino más corto.

Semejante medida, junto a la orden de que Lucas Moura hiciera de las conducciones de balón arma principalísima y desequilibrante como mediapunta, necesitaba de la presencia de Llorente. El cual  no sólo se fajó con los defensas sino que sembró el desconcierto tanto en el tan celebrado De Ligt como en Blind. Y el milagro se produjo. Milagro que habrá hecho reflexionar a cuantos entrenadores siguen convencidos de que su estilo de juego es innegociable. Cuando todos los estilos son válidos. Siempre que los futbolistas sepan interpretarlos cuando lo exijan las circunstancias.

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