Nunca tuve vocación de adivino. Predecir el futuro nunca se me dio bien. Excepto cuando se trataba de un tarea en la cual yo pudiera tener mi parte de influencia. Aun así, créanme, mis pronósticos fueron pocos y concisos. Tal vez por obrar de esa manera acerté en mis vaticinios. Los cuales son recordados por quienes fueron testigos de ellos.
Lo que sí tengo claro desde hace mucho tiempo es que hay personas que llevan la mala suerte pegada al coxis... Y cuya especialidad consiste en transmitírsela a las demás mientras ellas siguen creciendo en todos los sentidos. Las cuales son conocidas como manzanillo. De quienes decía mi admirado Campmany, experto en gafes, que hunden todo lo que tocan y que siempre salen a flote. Así que bien haríamos en cruzar los dedos o escribir con un ojo cerrado.
Es lo que yo le recomendé a Pablo Casado cada vez que vino a Ceuta en los últimos meses. Tenga usted cuidado, señor Casado, porque todos los dirigentes del Partido Popular que han pasado por aquí han terminado sufriendo algún tipo de descalabro. Pero, por lo visto, no me hizo el menor caso. Quizá porque las personas de la derecha siguen creyendo que las supersticiones no son cosas de creyentes.
El caso es que ayer, a medida que iba avanzando el escrutinio y la derrota del PP parecía cada vez más dolorosa para sus fieles, me acordé de cómo a Teodoro García Egea, persona tan titulada y gran campeón en Cartagena de lanzamientos de huesos de olivas, se le pasó un detalle tan fundamental como era evitarle a Pablo Casado cualquier contratiempo con manzanillo reconocido. Descuido imperdonable de quien hasta ahora ha estado dando muestras evidentes de proteger a su presidente.
De modo que a mí no me ha sorprendido que el PP haya obtenido el peor resultado de su historia. Las cifras así lo evidencian. Los populares han pasado de 137 a 66 escaños. Resultado catastrófico. Sí, ya sé que los politólogos, que los hay a barullo, achacan semejante derrota a que el aún presidente del Partido Popular decidió pescar votos en el caladero de VOX y le salió el tiro por la culata...
Puede ser, claro que sí; aunque en mi caso, como lector asiduo que fui de mi siempre admirado Jaime Campmany, por cierto, paisano de Teodoro García Egea, prefiero seguir creyendo en que el gafe manzanillo es el más perverso de los gafes. Sin duda. Y que Pablo Casado debió prestar atención a lo que le dije cada vez que visitó Ceuta. Pues aquí hay uno... Y conviene tocar madera. Es lo que estoy haciendo en estos momentos.
Es lo que yo le recomendé a Pablo Casado cada vez que vino a Ceuta en los últimos meses. Tenga usted cuidado, señor Casado, porque todos los dirigentes del Partido Popular que han pasado por aquí han terminado sufriendo algún tipo de descalabro. Pero, por lo visto, no me hizo el menor caso. Quizá porque las personas de la derecha siguen creyendo que las supersticiones no son cosas de creyentes.
El caso es que ayer, a medida que iba avanzando el escrutinio y la derrota del PP parecía cada vez más dolorosa para sus fieles, me acordé de cómo a Teodoro García Egea, persona tan titulada y gran campeón en Cartagena de lanzamientos de huesos de olivas, se le pasó un detalle tan fundamental como era evitarle a Pablo Casado cualquier contratiempo con manzanillo reconocido. Descuido imperdonable de quien hasta ahora ha estado dando muestras evidentes de proteger a su presidente.
De modo que a mí no me ha sorprendido que el PP haya obtenido el peor resultado de su historia. Las cifras así lo evidencian. Los populares han pasado de 137 a 66 escaños. Resultado catastrófico. Sí, ya sé que los politólogos, que los hay a barullo, achacan semejante derrota a que el aún presidente del Partido Popular decidió pescar votos en el caladero de VOX y le salió el tiro por la culata...
Puede ser, claro que sí; aunque en mi caso, como lector asiduo que fui de mi siempre admirado Jaime Campmany, por cierto, paisano de Teodoro García Egea, prefiero seguir creyendo en que el gafe manzanillo es el más perverso de los gafes. Sin duda. Y que Pablo Casado debió prestar atención a lo que le dije cada vez que visitó Ceuta. Pues aquí hay uno... Y conviene tocar madera. Es lo que estoy haciendo en estos momentos.
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