Se viene hablando de Guardiola como si hubiese sido el inventor del conocido como falso nueve o delantero flotante, cuando es harto conocido que así jugaba Alfredo Di Stéfano, desde su llegada al Madrid, siendo entrenador Miguel Muñoz. Todo empezó en la temporada 53-54. De modo que los defensas rivales se quedaban sin referencias de marcaje pero tampoco se atrevían a salir de su zona para controlar como correspondía a semejante talento futbolístico.
La labor de la 'Saeta Rubia', entre otros muchos beneficios, le permitía al Madrid tener un coloso en el medio campo, asegurarse la superioridad numérica en esa zona vital y además contar con un delantero capaz de aparecer en el área, cada dos por tres, libre de marcaje y por tanto siempre dispuesto a finalizar las jugadas. Ahora bien, Miguel Muñoz casi siempre situaba a un delantero por delante del hispano-argentino. Bien Pérez Payá -en el ocaso de su carrera-, el jovencísimo Enrique Mateos o, posteriormente, Puskas.
Mi amistad con Francisco Lesmes Bobet, conocido futbolísticamente como Lesmes I, me permitió conversar mucho acerca de lo mal que lo pasaba cuando se enfrentaba a Di Stéfano. Pues las dudas tácticas del jugador del Valladolid imperaban durante todo el partido. Y siempre terminábamos recordando a Carlos Iturraspe; jugador y entrenador que fue del Valencia. Quien, en la temporada 54-55, demostró que era posible anular a la gran estrella blanca.
Iturraspe, con quien compartí algunos ratos de charla en Barrachina, antiguo café situado en la plaza del Caudillo en Valencia, decidió un día que Mangriñán, volante laborioso y disciplinado, siguiera al nueve del Madrid por todo el campo. Marcaje que desconcertó al delantero falso y le dio el triunfo al Valencia (1-2) en el Bernabéu. Por cierto, Iturrraspe, amén de ese logro, obtuvo otros en el equipo che. Por ejemplo: hacer al Mestalla campeón de Segunda División. Y, por si fuera poco, descubrir a Puchades y confiar ciegamente en las cualidades de Juan Sol.
Por consiguiente, aunque haya tenido que contar esta historia una vez más, creo que ha merecido la pena a fin de evitar que alguien se adorne con plumas ajenas. En cuanto a los marcajes de Kovacic a Lionel Messi, el primero de ellos fue extraordinario. Pues el croata cumplió a rajatabla con semejante cometido. En cuanto al segundo, es preciso decir que su error consistió en acudir presto a la ayuda de compañeros que estaban incumpliendo sus deberes. Y acabó pagando los vidrios rotos...
Iturraspe, con quien compartí algunos ratos de charla en Barrachina, antiguo café situado en la plaza del Caudillo en Valencia, decidió un día que Mangriñán, volante laborioso y disciplinado, siguiera al nueve del Madrid por todo el campo. Marcaje que desconcertó al delantero falso y le dio el triunfo al Valencia (1-2) en el Bernabéu. Por cierto, Iturrraspe, amén de ese logro, obtuvo otros en el equipo che. Por ejemplo: hacer al Mestalla campeón de Segunda División. Y, por si fuera poco, descubrir a Puchades y confiar ciegamente en las cualidades de Juan Sol.
Por consiguiente, aunque haya tenido que contar esta historia una vez más, creo que ha merecido la pena a fin de evitar que alguien se adorne con plumas ajenas. En cuanto a los marcajes de Kovacic a Lionel Messi, el primero de ellos fue extraordinario. Pues el croata cumplió a rajatabla con semejante cometido. En cuanto al segundo, es preciso decir que su error consistió en acudir presto a la ayuda de compañeros que estaban incumpliendo sus deberes. Y acabó pagando los vidrios rotos...
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