La necesidad de matar políticamente

Con la libertad que me conceden los años cumplidos, con la independencia que me brinda mis simpatías por las imprudencias y con la distancia que establezco entre mi humilde persona y lo políticamente correcto, afirmo sin rubor que a los partidos no les interesa la política, lo que les interesa es el poder. Para ellos lo más importante es mandar: los cargos, puestos, prebendas...  Y luego, como dicen en la Bahía Gaditana, si te vi no me acuerdo.

El arte de la política, dijo alguien que estaba capacitado para decirlo, exige siempre de un modo u otro, la necesidad de matar. En la modernidad democrática esa liquidación del adversario revestido de civilizado ropaje del ostracismo, la expresión o condena. Un político no alcanza la autoridad hasta que no la ejecuta. Es entonces cuando logra infundir respeto, o bien miedo, si es posible. Juan Vivas puede presumir de haberle dado ya matarile político a muchas personas.

Quienes fueron sacrificados, en su momento, amén de no haber dejado de criticar acerbamente al presidente del PP de Ceuta, dan muestras visibles de sentir aversión hacia él y sobre todo no dejan de proclamar su inquina contra la secretaria general: Yolanda Bel. Lo último que le he escuchado decir a un damnificado es lo siguiente: "Se trata de una persona altanera. Se comporta ante la gente de manera orgullosa. Hay en su trato con los compañeros un punto de desdén".

Ante semejante crítica, decidí salir en su favor. Aunque reconocí que yo no hablo con ella desde el año de la nana, que fue cuando la entrevisté; y debo decir que estuvo accesible y correcta. Pero nunca más me dirigió la palabra. A pesar de que le ofrecí una copia de la entrevista antes de publicarla. Y no dudó en darle el visto bueno. Yo le recomendaría a la secretaria general de los populares en Ceuta, por ser tan religiosa, que leyera, si no lo ha hecho ya, El criterio; título de uno de los libros de Jaime Balmes.

Y así podrá empaparse de la importancia que tiene la atención hacia los demás. De la misma manera que la desatención tiene efectos muy negativos. Me explico: la mujer o el hombre atento poseen la ventaja de ser más urbano y cortés, porque el amor propio de los demás se siente lastimado si notan que no atendemos a lo que ellos dicen. Pues es bien notable que la urbanidad o su falta se apelliden también atención o desatención.

Las personas con cargos políticos que sólo se muestren cercanas con los ciudadanos cuando comienzan las campañas electorales, normalmente pagan en las urnas su modo de proceder. Quien avisa no es traidor. En el caso que nos ocupa, podría suceder que Juan Vivas se viera obligado a infundir respeto, una vez más, cuando llegue la hora de elegir a quienes serán candidatos a cargos municipales. Y sería muy duro para él tener que prescindir de la señora Bel. Máxime cuando ésta lo considera como su pigmalión político.