Cuando se habla del mundo islámico, lo primero que se piensa es en su radicalidad, debido a que la voz de los reformistas queda tapada por el ruido de los extremistas. Quienes son muchos más. Los políticos deberían leer la Fuerza de los pocos; libro escrito por Andrés Ortega y que he recomendado en varias ocasiones.
De haber accedido a estas páginas, o de haberse informardo al respecto, Pablo Casado se habría guardado muy bien de hacerle caso al compañero del PP de Ceuta que tuvo la mala idea de comunicarle que la Coalición Caballas era un partido islamista y que, como Arnaldo Otegi, quiere que Pedro Sánchez gane la elecciones. Declaraciones impropias de quien aspira a gobernar España.
Quien escribe lleva desde el año de la nana sin cruzar palabra alguna con Juan Luis Aróstegui. A quien he tachado muchas veces de compartir hechos e ideas con Juan Vivas. También es cierto que mis primigenias buenas relaciones con Mohamed Alí se fueron al garete cuando éste decidió ponerse bajo las órdenes de un político incapaz de reconocer que carece de tirón entre sus conciudadanos.
Pues bien, aun a pesar de lo reseñado, no tengo más remedio que reconocer la mucha razón que tiene Mohamed Alí en decirle a Juan Vivas que reconozca la metedura de pata de Pablo Casado y que además pida perdón por su negligencia. Impropia de un político atiborrado de aspiraciones para pasar a la posteridad.
Pablo Casado ha metido la pata hasta el corvejón. Verdad que no necesita demostración. Y ha quedado, por tanto, como Cagancho en Almagro, sin duda alguna. Aunque en su defensa cabría alegar la mala suerte que tienen los dirigentes del PP cuando visitan Ceuta y han de estar junto a personas que son gafes más que reconocidos. Y no será porque no he venido insistiendo acerca de tan desagradable asunto.
Aun así, el señor Casado es ya mayorcito para saber que no debe dejarse llevar ni por las sensaciones ni por las trolas que le cuenten quienes desean que un compañero (!) importante, el más importante del partido, las vaya propagando a los cuatro vientos y en los medios con altavoces de largo alcance. En rigor, el señor Casado ha sido víctima, una más, del gafe -o de los gafes- conocido como manzanillo. Es lo único que puede esgrimir como atenuante a su despropósito.
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