El éxito es como el wisky: la primera copa tonifica, la segunda excita, la tercera trastorna y la cuarta tumba. La cita corresponde a un catalán tenido por insigne. El Madrid comenzó a trastornarse a raíz de la tercera y no ha dejado de dar camballadas. Tanto en la Liga como en la Copa del Rey. Situación que no es nueva; pero que, de tanto empinar el codo de la soberbia, se ha encontrado con la horma de su zapato cuando menos lo esperaba. Y ha sido el Ajax el equipo que ha puesto coto a ese confiarlo todo a la cuarta copa seguida.
Los males del Madrid eran harto conocido desde que empezó la temporada. Pues eran calcados a los de otras anteriores. Aunque entonces siempre se confiaba en los goles de Cristiano Ronaldo. Quien, conviene decirlo cuanto antes, pasó por momentos en que parecía estar peleado con el gol. Si bien su presencia en el campo era ya motivo de preocupación para sus rivales. Y de esa intranquilidad se aprovechaban otros compañeros para hacer goles decisivos. Algo que no ha venido sucediendo desde que la estrella portuguesa recaló en el Juventus.
Tan acuciante problema, como es la falta de gol, podría haberla resuelto el Madrid cuidando con esmero el aspecto defensivo. Y a partir de esa tarea, sin duda alguna, la mejora atacante se habría producido con más asiduidad. Pues los partidos no se ganan ya por el mero hecho de vestir la camiseta de un gran club. En el Amsterdan Arena, si mal no recuerdo, el Ajax no sólo fue superior al Madrid sino que mostró un poderío basado en el talento de sus jóvenes jugadores. Además, en aquella ocasión, dio pruebas evidentes de que podía dar la campanada en el Bernabéu.
El equipo holandés, también se percató de que sus rivales estaban convencidos de que el partido en el Bernabéu era pan comido. Que el encuentro no dejaba de ser un mero trámite. Pues no en vano la primera piedra de semejante creencia la había puesto ya el capitán del Madrid al pavonearse públicamente de que había optado por que le enseñaran una tarjeta para no perderse un partido correspondiente a la siguiente eliminatoria. Dando así por hecho que el Ajax estaba ya derrotado de antemano.
Lo que no esperaban los jugadores del Madrid, ni mucho menos su capitán, es que "los débiles tienen un arma: lo errores de los que se creen fuertes". Y no hay mejor ejemplo que lo ocurrido ayer en el Bernabéu. Los 'débiles' se aprovecharon de las muchas carencias del equipo merengue. Las cuales fueron explotadas por quienes sabían que no les quedaba más remedio que atacar para vencer a un Goliat de nombre pero venido a menos. Y que no supo, en ningún momento, plantear su fortaleza acorde con la batalla que estaba librando su adversario.
La fortaleza del Madrid, en la noche de ayer, radicaba en haber defendido con uñas y dientes en bloque. Con todas las líneas juntas. A fin de evitar los contragolpes vertiginosos con que se empleaba su contrincante. Mas optó, erroneamente, por intercambiar golpes con un equipo veloz, intrépido, repleto de ilusión y cuyos jugadores estuvieron magistralmente distribuidos en el césped. Se dejó ganar la batalla en todas las líneas. Aun así, nadie fue capaz de cambiar el curso de un despropósito que se veía a la legua.
Así que se produjo la sorpresa que me hace insistir en lo ya dicho anteriormente: "Los débiles tienen un arma: los errores de los que se creen fuertes". Y el Ajax de Amsterdan explotó los del Madrid con tanta brillantez como eficacia. Cualquier duda queda anulada por lo que reflejaba el marcador al final del encuentro: una goleada. Ah, acordarse de quienes no jugaron, en noche aciaga para los blancos, me parece un sinsentido. Puesto que no hay más que escudriñar en los recientes partidos jugados frente al Barcelona.
La historia del Madrid no tolera los fracasos. Pero el de esta temporada tal vez sirva, de una vez por todas, para que los dirigentes de la 'Casa Blanca' no sigan ebrios de copas y con la mente obnubilada. Pensando que la carencia de goles de su equipo es un mal menor. Cuando no deja de ser un problema tan grande como la Catedral de Burgos. Y, naturalmente, tampoco deberían olvidar la necesidad que tiene la plantilla de contar con los servicios de un central que maneje la pierna izquierda. Entre otras incorporaciones. O sea.
El equipo holandés, también se percató de que sus rivales estaban convencidos de que el partido en el Bernabéu era pan comido. Que el encuentro no dejaba de ser un mero trámite. Pues no en vano la primera piedra de semejante creencia la había puesto ya el capitán del Madrid al pavonearse públicamente de que había optado por que le enseñaran una tarjeta para no perderse un partido correspondiente a la siguiente eliminatoria. Dando así por hecho que el Ajax estaba ya derrotado de antemano.
Lo que no esperaban los jugadores del Madrid, ni mucho menos su capitán, es que "los débiles tienen un arma: lo errores de los que se creen fuertes". Y no hay mejor ejemplo que lo ocurrido ayer en el Bernabéu. Los 'débiles' se aprovecharon de las muchas carencias del equipo merengue. Las cuales fueron explotadas por quienes sabían que no les quedaba más remedio que atacar para vencer a un Goliat de nombre pero venido a menos. Y que no supo, en ningún momento, plantear su fortaleza acorde con la batalla que estaba librando su adversario.
La fortaleza del Madrid, en la noche de ayer, radicaba en haber defendido con uñas y dientes en bloque. Con todas las líneas juntas. A fin de evitar los contragolpes vertiginosos con que se empleaba su contrincante. Mas optó, erroneamente, por intercambiar golpes con un equipo veloz, intrépido, repleto de ilusión y cuyos jugadores estuvieron magistralmente distribuidos en el césped. Se dejó ganar la batalla en todas las líneas. Aun así, nadie fue capaz de cambiar el curso de un despropósito que se veía a la legua.
Así que se produjo la sorpresa que me hace insistir en lo ya dicho anteriormente: "Los débiles tienen un arma: los errores de los que se creen fuertes". Y el Ajax de Amsterdan explotó los del Madrid con tanta brillantez como eficacia. Cualquier duda queda anulada por lo que reflejaba el marcador al final del encuentro: una goleada. Ah, acordarse de quienes no jugaron, en noche aciaga para los blancos, me parece un sinsentido. Puesto que no hay más que escudriñar en los recientes partidos jugados frente al Barcelona.
La historia del Madrid no tolera los fracasos. Pero el de esta temporada tal vez sirva, de una vez por todas, para que los dirigentes de la 'Casa Blanca' no sigan ebrios de copas y con la mente obnubilada. Pensando que la carencia de goles de su equipo es un mal menor. Cuando no deja de ser un problema tan grande como la Catedral de Burgos. Y, naturalmente, tampoco deberían olvidar la necesidad que tiene la plantilla de contar con los servicios de un central que maneje la pierna izquierda. Entre otras incorporaciones. O sea.
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